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Nuevos gestos

Nuevos gestos

Hoy es el día. Muchos niños se despiertan excitados para descubrir con rapidez cuál ha sido la recompensa a su año en forma de regalos. Todo depende de un momento. La solución a muchos días de incógnita y de incesante espera se resume en unos pocos segundos o minutos. Es típico ver por la calle a medida que avanza la mañana a los más pequeños con bolsas y paquetes, contentos, juguetones y enérgicos. A la vez que su formación avanza, durante algunos años sus mentes aceptan y entran al juego acerca de este extraño misticismo que es esta tradición. Todos hemos sido niños, y todos recordamos las alucinantes sensaciones que este fenómeno del día 6 de enero provocaba en nuestro cosquilleo interior o, incluso, aquel miedo al sentarnos en el regazo de algún representante de rey para cederles la carta con nuestros deseos. Mientras los pequeños desenvuelven regalos y se muestran ajenos al malestar de muchos mayores, nosotros, esos adultos, sumamos una nueva polémica en la que se ve envuelto el ayuntamiento. Muchos se alarman ante su propia incertidumbre por quienes ponen en duda el concepto de tradición, mientras ésta misma se ha amoldado a nuestro sistema de consumo sin que eso moleste lo más mínimo a nadie.

Si la polémica está servida en Madrid desde hace días por el anuncio de cambiar a hombres por mujeres en el papel de Reyes Magos en la cabalgata, Valencia no se queda corta con la recuperación de la representación de las reinas republicanas y el apoyo del alcalde al acto, y, en consecuencia, del ayuntamiento de la ciudad. La historia, más que en una cuestión de paridad, como se ha enfocado en otras partes, encuentra el enfrentamiento en la hasta ahora intocable norma moral que intenta impedir la adaptación de cualquier acto o evento religioso católico, o la no participación en el mismo. Aunque este no sea exactamente el caso. Si alguien entendió o vio suplantados la figura de los Reyes Magos, la clásica cabalgata de ayer tarde siguió su curso y los niños volvieron un año más a su cita ineludible, sin que se haya producido ninguna catástrofe ni el planeta haya dejado de girar.

Es más que entendible que un sector de valencianos, cercanos a la Iglesia, se sientan ofendidos ante estos nuevos gestos. Por supuesto. Ha habido de todo. Declaraciones que citan lo ocurrido como escándalo o disparate y alusiones hacia la defensa de las tradiciones, pero la verdad es que, esto es así, nadie ha sustituido nada. Es tan entendible el malestar como los nuevos gestos. No hay que olvidar que nuestra constitución nos enmarca en un estado laico, y lo cierto es que, a través del simbolismo y la participación, se han apoyado desde lo institucional un amplio y destacado número de actos religiosos a lo largo de los años donde una buena parte de los políticos con poder de decisión han tomado parte. Y no ha pasado nada.

Libertad, igualdad y fraternidad son valores que todos deberíamos defender con los ojos cerrados. Son los pilares que lo sustentan todo y pura historia de nuestra historia, pero cierto es que mezclados con aires republicanos, con la que está cayendo y la tensión por las nubes, sumado a la poca apertura y al clasicismo con el que se suele tratar la materia, levantan ampollas de inmediato y provocan una mezcla explosiva que se une a otra serie situaciones que no mejoran la perspectiva.

Poco tardó este acto en trascender a nivel estatal, y menos en ser criticado por quienes lo ven un disparate y un pulso directo a nuestra más que legitimada monarquía. Es sencillamente un gesto, que choca al ser la primera vez en muchos años que fuerzas políticas que no comulgan al cien por cien con lo establecido están al mando en más de un municipio o autonomía. Y ese es el caso de Valencia. Bueno o malo, correcto o incorrecto es complicado de sentenciar. Diferente, en todo caso, a lo que estábamos acostumbrados. Pidámosle al nuevo año amplitud de miras, madurez, respeto a todas las ideas y tendencias. Que las anécdotas se queden precisamente en eso y que se ponga el esfuerzo en los temas realmente trascendentales. Ojalá sea posible.

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