«Vamos a cerrar» anuncia con voz impersonal el empleado apostado en la puerta. Una docena de personas que permanecían en la capilla del Santo Cáliz abandona ordenadamente y en silencio la sala. Hasta entonces, la imagen ha sido la misma: un constante goteo de gente que, en solitario, pareja o pequeño grupo han entrado, se han sentado, han mirado, han permanecido y se han marchado. Unos fotografían el sagrado recipiente con los dispositivos electrónicos. Otros releen la web catedralicia. Otros muestran verdadera afectación. El silencio es absoluto. De fondo se escucha, que no se entiende porque llega distorsionada, la homilía del altar mayor.

Nada indica que tal día como ayer, hace cien años, se produjo un hecho histórico: el cáliz fue trasladado a ese lugar, una sala capitular que en aquel momento no pasaba de ser un triste almacén, casi un desván, y que fue reconvertida en capilla para el culto del grial. Un hecho de una trascendencia enorme porque, tal como relata Jaime Sancho Andreu, responsable de patrimonio de la Seo, «hace visible el cáliz, que hasta entonces pasaba los días en un armario y apenas se sacaba en alguna festividad ocasional». Desde ese momento es cuando alcanza trascendencia, se convierte en un objeto de culto y sitúa la catedral de Valencia en el mapa mundial de la devoción. Una «felicísima idea» se le dijo entonces.

En torno al Santo Cáliz han coincidido desde el debate obre su autenticidad (para la iglesia no existe tal debate) hasta una película de Indiana Jones „en la que, como bien se sabe, Valencia ni está ni se la espera„. Pero no por ello ha perdido vigor su existencia. «Para nada. Cuando algún llega a la Catedral con la intención de visitarla, lo primero que pregunta es donde puede encontrar el Santo Cáliz. Por no hablar, por ejemplo, lo sucedido en el reciente encuentro de la juventud. Es incalculable la cantidad de peregrinos que han entrado a verlo y a rezar». Se editaron folletos explicativos en varios idiomas y fue uno de los momentos culminantes de la visita de los jóvenes Taizé. A pesar de su escaso aforo, es un lugar en el que muchas parejas han decidido, a lo largo de las generaciones, contraer matrimonio.

Fue un gran acontecimiento

¿Qué ha sucedido, entonces, para que un hecho tan relevante haya pasado desapercibido? Seguramente, la misma causa que propició su inicio. «Los hábitos han cambiado mucho en cien años. Y seguro que iniciar la exposición pública un 6 de enero se hizo con toda la intención. Nos consta por la prensa de la época que fue un acontecimiento de primera magnitud. Porque la gente no se iba de la ciudad. Ahora no es lo mismo. Las fechas son muy malas para una celebración». Tanto, que, por ejemplo, el arzobispo y su equipo de gobierno están en Tierra Santa y el personal de vacaciones. «Posiblemente se haga algo, pero lo realmente importante es el día a día». Precisamente, la archidiócesis de Valencia celebra en la actualidad el primer Año Santo Jubilar Eucarístico concedido por el papa Francisco cada cinco años a la archidiócesis de Valencia en conmemoración del Santo Cáliz.

Mientras, éste sigue recibiendo miradas y silencios. No es una figura corpórea. No se presta a hablarle y rogarle. Pero sí a la reflexión. «Rememora la pasión de Cristo y lo que ésta supuso». Por eso, los silencios son tan absolutos.