Ante el anuncio de la pronta canonización de la madre Teresa de Calcuta —nacida en 1910 en Macedonia, de nombre Agnes Gouxa—, revive la noticia de que un matrimonio valenciano, en el año 1996, estuvo en India colaborando con la santa caritativa que en breve subirá a los altares.

Fueron José Luis Ferrando y su esposa, María Nieves León, dos eruditos valencianos que han servido a numerosos grupos de interesados en temas históricos religiosos como guías y como expertos en expediciones a lugares históricos, como Jerusalén —y todo el entorno sagrado de hace veinte siglos y pico—, y que sus experiencias han plasmado en diversos libros.

Pero ahora esta joven pareja se ha puesto nuevamente de actualidad al surgir el anuncio de que Teresa de Calcuta —que ya era santa en vida— va a ser proclamada como tal y elevada a los altares diecinueve años después de su muerte y tras una vida entregada a la beneficencia, que ha quedado para la posteridad con su orden de Misioneras de la Caridad, que fundara en su destino de India.

Y este matrimonio valenciano nos ha contado lo siguiente: «Mi mujer y yo —dice José Luis Ferrando— tuvimos la gracia de colaborar con ella en uno de sus proyectos en el verano de 1996. Para nosotros era un sueño que, a pesar de muchas dificultades, al final pudimos realizar».

De Londres viajaron a Calcuta. «Un taxi nos condujo desde el aeropuerto hasta el precario hotel, que se encontraba enfrente de la Casa Madre; y en ese trayecto a la caótica Calcuta. Era para dar media vuelta».

Cruzaron la calle, según relatan ahora, y llegaron a la puerta rotulada: «Mother Teresa in». Llegaron, acompañados por unas hermanas, a la gran sala, con altar al fondo. «Todo muy sencillo y sobrio», comentan. «Éramos más de doscientas personas de distintas edades y varias razas, diferentes nacionalidades y religiones; muchas hermanas con su hábito-sari? Y, delante de nuestros ojos, Madre Teresa arrodillada».

Evocan que había detrás de la santa dos sillas vacías; «nos sentamos muy cerca, casi podíamos tocarla; se le apreciaban unos pies hinchados y vendados, que desbordaban las sandalias raídas». Junto a la fundadora, una hermana le invitaba a sentarse; ella se resistía; pero, al final, aceptó.

Cuenta el matrimonio recién llegado que «al día siguiente, para desayunar, después de una oración, las hermanas nos ofrecían a los voluntarios una taza de té, un trozo de pan y un platanito muy nutritivo». Y ya después, en medio de un enjambre de vías de tren, donde cuervos y personas pugnaban por las basuras, «llegamos al tajo, al Prem-Damm, el proyecto al que nos destinaron»-

Describen al lugar como «impresionante y terrible; eran unos hangares que habían pertenecido a una industria abandonada y que había sido cedida a la Madre Teresa. Allí había una imagen de Cristo Crucificado con el rótulo 'Tengo sed', y allí nos encontramos con los abandonados y descartados de esa sociedad: una zona de hombres y otra de mujeres, discapacitados físicos y psíquicos».

La primera tarea que tuvieron que ejercer los valencianos fue «deshacer las camas, lavar las sábanas, ventilar colchones y, al mismo tiempo, lavarles a ellos, con hedor insoportable debido a la incontinencia generalizada de los inquilinos». Sin embargo, dicen que «los voluntarios acudíamos con ilusión cada mañana; era un milagro; humanamente, para echar a correr».

Tras esta tarea de limpieza, «sacábamos a los que podían más o menos moverse al exterior». Y a los que quedaban en las camas ya limpias, «nos comunicábamos precariamente con ellos, ya que solamente hablaban hindi, aunque la mejor conversación era la caricia y la sonrisa».

Así, este matrimonio valenciano relata cómo vivió la experiencia en la obra de Madre Teresa de Calcuta. Y lo mismo en la otra obra de esta santa, como ha sido y es la «Shisu Bhavan», dedicada a los niños, «casi todos débiles y enfermos». Y, también relatan su experiencia en el «Khalighat», junto al templo de la diosa Kali, un lugar «donde los sin techo mueren en paz, la mayoría muere con dignidad, teniendo una mano cálida y una sonrisa que les acompaña en el tránsito».

El relato con los recuerdos de este matrimonio valenciano apoyan aún más la excelente impresión que en el mundo tenemos de Teresa de Calcuta.