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Los contrastes de la ciudad

De la genial diferencia a la indiferencia

El edificio de Art Decó de la calle Castellón, único en la ciudad, es un «rara avis» encantador - La calle Filipinas espera renacer cuando el Parque Central sea una realidad

Un detalle del cuerpo superior del edificio de Art Decó de la calle Castellón. fernando bustamante

­Cierta aureola de misterio envuelve al edificio del número 20 de la calle Castellón, un rara avis encantador y que se ha convertido en todo un icono de Russafa. ¿Por qué ese colorida y potente fachada? ¿Por qué la estrella de David en su portal? ¿Por qué está ubicado en una estrecha calle del Ensanche? Algunas respuestas tienen fácil respuesta, como la última, ya que cuando se levantó allá por 1930, su arquitecto, Juan Guardiola Martínez, lo concibió para que su policromía fuera la estrella de una ciudad en expansión; sin embargo, el crecimiento del cap i casal acabó encajonándolo y privándole la mayor parte del tiempo de su gran proyector natural, el sol.

Lo cierto es que mucho no se sabe de los motivos que llevaron a Guardiola Martínez a levantar este peculiar edificio en 1930. El arquitecto de Sueca también construyó otro de parecida concepción en Barcelona „la Casa China„, que fue muy criticado en la época. Imaginamos que en Valencia tampoco fue recibida esta nueva construcción con los brazos abiertos; de hecho, hoy en día vecinos de la ciudad y turistas, siguen divididos cuando se encuentran este inmueble para viviendas.

El edificio de Guardiola Martínez, también conocida por algunas personas como la Casa Judía por la estrella de David que preside el dintel del portal „no está claro el motivo de su inclusión„, se enmarca dentro de la primera época de la arquitectura Art Decó, con una exageradísima interpretación de su decoración en la fachada. En su cuerpo superior se concentran la mayor profusión de elementos decorativos, que se pueden adscribir al lenguaje neoegipcio, según los expertos.

Con todo, la estructura arquitectónica no difiere en exceso de otros edificios del Ensanche y, excepto su colorista fachada, cuenta con un esquema tradicional, con base, cuerpo y parte superior. Lo peor del edificio de Guardiola, hoy en día, es su ubicación. Pasa desapercibido para muchas personas, mientras que otras lo admiran como un gran descubrimiento que obliga al viandante a levantar bien la vista para contemplarlo en toda su expresión. Único y original, aunque también extravagante y tal vez exagerado, que cada uno le ponga su adjetivo.

La otra cara del Ensanche es la que da a la estación del Norte de Valencia y al esperado, anhelado y necesario Parque Central. Si algún día se hace realidad „el Gobierno de Madrid tiene mucho que decir„, tal vez acabará la época de oscuridad que viven calles como Filipinas, hoy en día convertida en un triste recorrido por un largo muro que no lleva a ninguna parte. La barrera que forman la tapia y las vías del tren vaciaron de vecinos muchos de los edificios que acabaron siendo una ruina. Pero el día de mañana, si llega, podría convertirse en una de las mejores fachadas de la nueva Valencia.

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