La oposición vecinal y política ha obligado al Ayuntamiento de Valencia a revisar el plan de la Concejalía de Parques y Jardines para sustituir las 2.700 moreras con fruto (Morus alba) de la ciudad, que conllevaba la tala de ejemplares sanos. El alcalde, Joan Ribó, en un ejercicio de autocrítica, anunció ayer que la acción se replanteará y seguirá adelante una vez se consensúe con los vecinos. El primer edil, al ser cuestionado sobre si la medida es compatible con su gobierno, de claro signo ecologista y animalista, fue claro: «A mí no me gusta la idea de cortar árboles. Soy muy contrario pero, razonablemente, los árboles de una ciudad se han de ir cambiando en un periodo».

La sustitución de las moreras con fruto por otras especies se iba a llevar a cabo con el argumento de «una antigua reivindicación vecinal por la suciedad que generan estos árboles», explicó el pasado viernes la concejala delegada, Pilar Soriano. Sin embargo, los vecinos de las calles afectadas, como Ebanista Caselles „donde se iniciaron los trabajos de tala de uno de cada dos ejemplares„ mostraron su total rechazo y han realizado incluso pintadas en la calle para frenar esta acción. La Asociación de Vecinos de Na Rovella Fuente de San Luís está, además, recogiendo firmas.

«Hemos de buscar una salida, yo quiero que sea consensuada y respetuosa con el medio», dijo Ribó tras ser cuestionado sobre el asunto, y añadió que de esa negociación «saldrá una cosa de acuerdo, entre la concejalía y los vecinos».Preguntado sobre si sus palabras significaban la paralización de las talas previstas, Ribó remitió al debate que se abrirá con los vecinos: «Si se suspenden o no depende de lo que digan y de los acuerdos a los que lleguemos».

Ejemplares viejos

Sobre los motivos por los que su equipo de gobierno ha planteado estas talas, el primer edil manifestó que hay árboles «que están muy viejos, que si no se cambian rápidamente, se van a caer, o romper por el viento, como ha pasado ya», recordando un reciente temporal que tumbó más de un centenar de ejemplares. Ribó explicó que los árboles de ciudad «a partir de 30 años comienzan a tener muchos problemas» según expertos e indicó que los que se iban a cambiar «fundamentalmente son de 50 años». «Eso no quiere decir que todos los árboles estén ya para cambiar, pero hay muchos que se tendrán que cambiar paulatinamente», recalcó.

La sustitución de las especies con frutos se realizará por otras moreras sin frutos (Morus alba Fruitless) o por otras especies, como el almez (Celtis australis). Este ejemplar es el que se ha reemplazado tras los primeros trabajos en el entorno de la calle del Ebanista Caselles.

Desde la Concejalía de Medio Ambiente defendieron que la decisión de talar árboles se basa en criterios «medioambientales y económicos». «Vimos que con esa edad, los trabajos que requerirían los árboles serían más complejos en años próximos y lo basamos todo en la sostenibilidad del arbolado de la ciudad», explicaron a este periódico y aseguraron que con esta actuación «se defiende el ecologismo» que propugna Compromís. Desde la regidoría insistieron en que los árboles que ya se han comenzado a talar tenían entre 40 y 50 años, mucho más de la «vida útil» que suelen tener los ejemplares se colocan en las calles, que suele rondar los 25.