El barrio de la Aguja de Valencia, un enclave originario de los años 30, ha empezado a movilizarse tras años de inactividad. Los vecinos se han organizado en las últimas semanas con la intención de dirigirse „ a través de la Associació Nou Moles„ a la corporación municipal de Valencia «con la esperanza de que los nuevos aires en el consistorio comporten una mayor receptividad respecto a las propuestas de mejora» que plantean. Se refieren al núcleo de casas casi centenarias „ ubicadas entre la Avenida del Cid y las calles Burgos y Salvador Ferrandis Luna„, de manera que los esfuerzos del consistorio «no se concentren únicamente en los barrios más céntricos, sino que las medidas de revitalización de la trama urbana se democraticen y extiendan a otras áreas».

Los vecinos reclaman, entre otras medidas, la limpieza del solar donde se ubica la alqueria de les Ponses, ahora sin urbanizar y en un estado «lamentable», así como la poda de los olivos y naranjos, y una mayor limpieza de las calles. También quieren abordar con el ayuntamiento la posibilidad de ubicar un huerto urbano „gestionado por los residentes en el solar„ e incluso un jardín vertical por la entrada a la zona desde la Avenida del Cid. Otro aspecto no menor es el que atañe a la posible redefinición de la pintura de las fachadas de las viviendas, bien para permitir „previo estudio supervisado por el ayuntamiento„ que cada cada una de la treintena larga de casas casi ya centenarias luzca un color diferente, bien para dotarles de mayor prestancia, siempre bajo criterio de los técnicos. En este contexto, se plantea la opción de pintar murales en determinadas fachadas o medianeras, al igual que una decoración homogénea para los balcones.

En la reunión, también se abogó por abordar con el consistorio las opciones de entrada al barrio, así como de aparcamiento, incluida la posibilidad de fijar zona naranja para residentes o habilitar el solar de la iglesia como aparcamiento. Así, pedirán la colocación de más carteles alusivos al barrio, con posibilidad de referenciar detalles históricos de relevancia. Otro aspecto es la iluminación del barrio, que no tiene nada que ver con la fisonomía de las fachadas. «Una aberración urbanística más de la ciudad», aseguran.

Mayor vigilancia policial es otra de las exigencias, ya que se ha detectado que la tranquilidad del barrio está propiciando en los últimos tiempos comportamientos indeseados, así como control sanitario de las palomas y fumigación. Por parte de los vecinos, se adquirió el compromiso de retirar la antenas de los tejados que no se utilizan con el fin de prevenir posibles accidentes. La casi totalidad de las medidas propuestas son con cargo a los propios vecinos, que lo que solicitan del ayuntamiento es apoyo y una mayor sensibilidad para convertir el Barrio de la Aguja en uno de los enclaves urbanísticos más singulares de Europa. «No todo han de ser la Ciutat de les Arts ni el Pont de les Flors. Valencia es mucho más y corresponde a los vecinos y al propio consistorio potenciar sus valores históricos y tradicionales», dicen.