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75.º aniversario de «El Turista Fallero»

El turista de los diamantes

El hijo del creador ha conseguido mantener «El Turista», que ahora dirige el joven Javier Tejero

El turista de los diamantes

Año 1941. Plena posguerra en España: hambre, miseria y privaciones. Nadie podía imaginar, recién estallada la Segunda Guerra Mundial, que la gran salvación económica del país vendría del turismo. Sólo una persona fue visionaria de esa palabra, el escritor Vicent Bayarri Lluch, que fundó una revista llamada «El Turista Fallero».

Tras el fusilamiento de Carceller „¿por cierto, cuando le podrán la avenida que le prometieron?„ hubo un gran vacío en la prensa festiva al dejar de editarse «El fallero». Bayarri supo ocupar ese espacio añadiéndole el prefijo espectacular del «Turista». Han pasado 75 años. En estas fallas celebrará sus «bodas de brillantes». Ya pasaron las de plata, las de oro, las de diamante... Sento Bayarri, el hijo del creador, animando una publicación libre y ácrata que se enfrenta, año tras año, a todos los problemas que conlleva una edición en papel, ahora que la distribución mediante internet gana adeptos, sobre todo en las nuevas generaciones.

Vicent Bayarri Lluch nació en Valencia el 18 de mayo de 1914. Era hijo de poeta y escultor Josep María Bayarri. Del ejemplo de su progenitor nació una vocación literaria que, poco a poco, fue centrándose en el mundo de la edición. Heredó también la condición de francotirador, todo lo organizaba él a su manera, exactamente igual que su padre. Los Bayarri nunca fueron gente de grupo, su carácter tan enérgico y resolutivo así lo aconsejaba, por eso todos sus proyectos fueron siempre únicos.

Bayarri es la dinastía maldita de la literatura valenciana. Jamás nadie trabajó tanto y se les reconoció tan poco. Pagaron caro ser precursores y aventureros. En otros lugares serían glorias locales, aquí se les cuelga el estigma de la extravagancia. Pero ellos van a lo suyo, y siguen adelante, ya sean «supremistas» o «cosmoístas».

Aquel año de 1941, con solo 27 años de edad, Vicente Bayarri lanza su «Guía de Valencia Bayarri», a la que seguirá su revista especializada en fallas. Hasta 1945, justo cuando nació Sento, no registró aquellos nombres como marca, pero la editorial ya estaba en marcha.

Bayarri fue el editor de lo inmediato. No busquemos filosofía ni metafísica en su catálogo, él fue directamente a lo práctico. Hacía publicaciones directas de utilidad pública. Antes de la «Cartelera Turia» existió la «Cartelera Bayarri» con toda la programación de entretenimientos de la capital, las sucesivas ediciones del callejero con la incorporación de las nuevas calles, los mapas urbanos correspondientes; o las «Foto Fallas» con las imágenes de los monumentos de especial a las 24 horas de ser plantadas.

Su simple planteamiento eran 4 «B»: bueno, bonito, barato y bayarriano. Dar mucho por poco. Ahondar en la cantidad antes que en la calidad. En sus mejores tiempos Bayarri redactaba y confeccionaba en solitario sus revistas, no le hacía falta nadie más. Esto le permitía ahorrar y ser competitivo. Al cumplirse 100 años de su nacimiento se le solicitó una calle y el ayuntamiento la denegó. Ignorantes y ciegos, le negaron una calle al creador del callejero de Valencia. ¡Sólo aquí se pueden contemplar majaderías de este calibre!

«El Turista Fallero» es ejemplo del periodismo decimonónico que no permitía desperdiciar ni un solo espacio en blanco. Sobraban maquetaciones sofisticadas. Sólo cuando entró Sento se abrió más el abanico y se llegaron a convocar concurso de cuentos falleros, precedente ilustre de los «microrrelatos» que propicia Levante-EMV..

Bayarri padre murió en 1995. Todo se volvió en contra de la empresa. Las nuevas tecnologías parecían acorralarla. Sin embargo Sento, graduado en la Escuela de Periodismo de Madrid y luego licenciado en Ciencias de la Información en la Complutense, se obsesionó en renovar el panorama. Con su entrada fundó «Así son las fallas», el «Album del Ninot Indultat», la «Falla Crítica» e incluso apostó por la legendaria «Fallerela», cuyo álbumes lujosos incluyó en su catálogo. Añadió también los «Video-fallas» que después pasaron a soporte informático. La resistencia de «El Turista Fallero» en estos duros tiempos sólo se apoya en la pasión emocional de Sento, quien por cierto no pierde los rasgos hoscos y cerrados de sus antecesores. Desde su refugio ermitaño en el Vedat de Torrent parece que deja hacer a las nuevas generaciones, pero vigila desde el horizonte.

«El Turista» es hoy en día el gran ágora fallero donde escriben todos, con licencia absoluta para despotricar. Javier Tejero es el joven director que debe garantizar su futuro. Desde Javier Mozas o el inconformista Manolo Sanchis, el Voltaire de las fallas, hasta la entrevista atópica con la fallera mayor de Kepa Llona, todos tienen su espacio en el caótico corral popular del «Turista». Quizás esa tolerancia ácrata sea la llave de su éxito. Deberían modificarle el nombre y pasar a denominarla, en honor a su director, «El Patriarca Fallero».

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