San Antonio es una de esas celebraciones que, no siendo día festivo, ganarían el doble o el triple si se trasladaran sus actos a fin de semana. Ayer fue una demostración clara de ello porque tuvo lugar el domingo por la mañana. Y la consecuencia fue que la calle Sagunto y las adyacentes se atiborraron de gente. Y tiene mérito porque, siendo una fiesta antiquísima, no es de las que estén a la orden del día. Seguramente, por no celebrarse en el centro de la ciudad. Pero el efecto llamada de ayer fue tan monumental, que la asistencia, como participantes y como público, fue enorme. También eso da que pensar que el desfile requiere algún tipo de replanteamiento, porque, pasadas las tres de la tarde,y cuando ya quedaban muchos menos asistentes en la calle, seguían desfilando carruajes, a cada cual más digno de ver. Un espectáculo para los sentidos de primer orden, especialmente para los niños urbanitas, que pocas veces pueden ver tan de cerca tanto a equinos como incluso a toros mansos.

Porque la de San Antonio es la fiesta con nombre y apellidos. La de los labradores que mantienen la tradición del animal de labor. Y que tienen el santo valor de salir a la carretera (algunos emplearon un par de días en llegar a Valencia) para pasar junto a la tribuna. Hubo un momento especialmente emotivo con el homenaje a Raúl Llorens, auténtico gurú del tiro y arrastre. Y junto a él, Paco de Carpesa, los Germans Picó, Rafa Panderola, el autobús de Albal... nombres que suenan a tradición secular.

Junto a ellos, los animales domésticos. Aunque cada vez haya más especies exóticas, el perro gana por abrumadora mayoría. El presidente de la hermandad, Miguel Albors, reflexionaba sobre la corriente animalista en el ayuntamiento. «Otras veces han venido animales del circo. ¿Mi opinión? Un circo sin animales no es un circo. Igual que no llevar en la cabalgata de reyes». Albors reconoció que el concejal de fiestas, Pere Fuset le preguntó antes de la festividad «si había algún riesgo de sufrimiento de los animales. Yo le contesté que es imposible que hagamos sufrir a los animales el día de su santo». Fueron muchos los representantes de la clase política que acudieron a la cita, popular como ella sola.