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El regreso de tritón a Patraix

El regreso de tritón a Patraix

Antonio Pontons, persona de origen humilde, llegó a ser doctor en Sagrada Teología y Canónigo de la Catedral de Valencia. Como señala Pablo González Tornel, no era un clérigo común y corriente, llevó a cabo negocios mercantiles que le permitieron ganar bastante dinero con el que adquirir varios bienes inmuebles. Su posición económica llegó a ser tan holgada que se pudo permitir vivir tan lujosamente como lo hacía la nobleza valenciana de la época. El clérigo Pontons adquirió unos terrenos regados con la acequia de Favara, situados en Patraix, a las afueras de Valencia, allí mandó construir una finca de recreo con un palacete rodeado de huertos y jardines. Era conocida en Valencia como el «Huerto de Pontons», y llegó a ser una de las villas más ricas, hecho que llamaba la atención al tratarse de una vivienda demasiado ostentosa para ser la residencia de un eclesiástico. En el palacete, su «Sala Regia», estaba suntuosamente decorada con medallones pintados al fresco y la galería de retratos de reyes, y en el exterior, el jardín, en el que destacaban las esculturas en mármol de Carrara, obra del escultor genovés Giacomo Antonio Ponzanelli, que reproducían las figuras mitológicas de Ceres, Flora, Baco, Apolo, Diana, Venus, Neptuno y la fuente dedicada a Tritón, levantada sobre un bello pedestal de mármol blanco. Pontons, amante del barroco genovés, contribuyó con su asesoramiento a la transformación de las imágenes de la iglesia de los Santos Juanes. El clérigo mecenas costeó las estatuas de Santo Tomás de Villanueva y de San Luís Bertrán, obras también de Ponzanelli, situadas primero en el puente de San José y más tarde en el de la Trinidad.Cuando en 1705 el Reino de Valencia se decantó por el Archiduque Carlos, el Canónigo Pontons, fiel partidario del rey Felipe V, tuvo que abandonar la ciudad. Los austracistas ocuparon y saquearon su casa, requisaron sus posesiones y en presencia del virrey, se procedió a la almoneda de todos sus bienes. Ha quedado demostrado que el clérigo Pontons , quién murió a los pocos días de huir de Valencia, dejó como heredero universal al Cabildo de la Catedral, con lo que se desmiente la leyenda que sostenía que había legado su hermosa casa de Patraix a «los Serenísimos Señores Reyes Reinantes el Señor Felipe V y Señora Doña Luisa Gabriela de Saboya» para declarar su lealtad a los Borbones y de paso presumir de poseer una vivienda digna de reyes. La mansión años más tarde pasó por diversas manos hasta convertirse en una fábrica de seda, hasta que a principios del siglo XX fue destruida, entonces el ayuntamiento de Valencia compró las hermosas esculturas de Ponzanelli para ubicarlas en diferentes jardines de la ciudad.La fuente de Tritón, la escultura más valiosa de la ciudad, aquella que tan hermosamente lucía en el Huerto de Pontons, fue traída a la Glorieta en 1833, luego trasladada a los jardines del Real y de nuevo en la Glorieta. La reclaman insistentemente desde la Asociación de Vecinos de Patraix, una de las más activas de la ciudad, quienes lamentan que el conjunto escultórico no se instale en la plaza de su barrio, ellos no se van a cansar de exigir el regreso de Tritón a Patraix.

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