Tal día como ayer, una semana atrás, se había declarado un incendio en los cimientos vicentinos tras una asamblea en la que se materializó la nueva forma de elegir a la honorable clavariesa. Sigue siendo «a dedo» de la autoridad municipal, pero con nombres sobre la mesa propuestos por la propia sociedad vicentina. Ayer todavía se apreciaban caras largas y se hablaba de revisar nuevamente el tema el próximo año. Poco a poco las aguas van volviendo a su cauce en una fiesta que, sin embargo, tiene no pocos frentes abiertos para encontrar una identidad más popular. El presidente del altar del Carmen, por ejemplo, recordaba que el problema había sido «más que cualquier otra cosa, las formas. Enterarnos en ese momento de que se elige a una clavariesa que es de nuestro altar y que no la hemos propuesto nosotros. Pero es la honorable y estamos encantados de que lo sea».

La proclamación tiene un concepto de ritual con algunos parecidos con, por ejemplo, el de la fallera mayor. Se recuerda a la saliente, en este caso Carmen de Rosa, a quien se agradeció la dedicación. Una despedida con agradecimiento que recordaba mucho la que tuvo su hija Carmen Sancho hace año y medio, cuando despidió su cargo de fallera mayor de Valencia. Y el máximo mandatario vicentino, Pere Fuset, glosó a la elegida recordando anécdotas como la de una "rajola" que ella limpiaba todos los días en su chalet. Fuset le pidió que «si es necesario, te arremangues para trabajar por el santo si es necesario. Te encomiendo la misión de hablar sobre él y que no te olvides de los niños, que son el futuro de la fiesta y la que la hace popular y de barrio».

María no llevaba más que un par de anillos en los dedos y muchos y naturales nervios cuando se dirigió al micrófono cuando recordó que «como clavariesa del altar del Carmen tuve a San Vicente en casa y ahora ha querido volver». Pidió que los detalles que se le hagan por el cargo se conviertan en donativos para el Colegio Imperial de Niños Huérfanos «que si San Vicente hizo milagros, este es el más grande de todos: que la institución haya sobrevivido al paso de los siglos» y reconoció que «soy valenciana de adopción, pero aquí he crecido, he madurado y he hecho familia» incluyendo dos hijas que no ocultaban su sorpresa por lo que es un acto social de primera magnitud. Por allí andaban concejales como Félix Crespo (PP), muy habituado a este acto o Fernando Giner y Amparo Picó (C's). Y a Pere Fuset, a quien todo el mundo quería arrancar un segundo de atención, que para eso es el nuevo.

Precisamente, Fuset quería evitar la exaltación en el recinto castrense de Capitanía, antiguo convento de los Dominicos. Y aunque esperaba hacerlo en la Basílica de San Vicente Ferrer, finalmente se seguirá haciendo en el recito de la plaza de Tetuán.