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Tribuna

Responsabilidad ineludible del presidente de la Real Academia

La reciente sentencia del TSJ, en la que se declara nula la permuta por la que las antiguas naves traseras y laterales de Tabacalera pasaron a ser suelo edificable, pone en evidencia la actuación de los responsables políticos del Ayuntamiento de Valencia de entonces, que posibilitaron dicha operación. Pero si existe una figura clave en este «singular y siniestro» proceso, ésta fue la del entonces director general de Patrimonio, Manuel Muñoz.

Como publicó Levante-EMV, entre 2005 y 2013, Muñoz Ibáñez autorizó con la firma de un informe en diciembre de 2005, la descatalogación y el derribo en 2007 de una parte del edificio de la Tabacalera, uno de los conjuntos más emblemáticos de nuestro patrimonio industrial de principios del siglo XX, que debería haber sido declarado Bien de interés cultural (BIC).

De hecho, según una carta que hizo pública este periódico el 14/01/2007 del que fue momento director general de Bellas Artes del Ministerio de Cultura, Julián Martínez García a Manuel Muñoz Ibáñez, el primero tuvo a bien manifestar al segundo «su extrañeza por la sorprendente operación urbanística» y de que este conjunto, «que iba a ser incluido a propuesta de la Generalitat en el Plan Nacional de Patrimonio Industrial para su restauración previa declaración como Bien de Interés Cultural, se vea ahora considerablemente afectado por una actuación que permite el derribo y la edificación de viviendas en parte del mismo».

A esto se añade que Muñoz Ibáñez, actual presidente de la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos, una carta fechada el 29 de junio de 2006 a Salvem Tabacalera, entidad que denunció valiente y eficientemente esta lamentable actuación ante los tribunales, los cuales les han dado la razón a destiempo («Cuando la justicia es lenta y llega tarde, no es justicia»).

En la referida misiva, según publicó este periódico el 06/07/2006, Manuel Muñoz defendía que el derribo de estas naves de la fábrica de la Tabacalera redundaría en el «realce en la escena urbana del edificio principal». A su juicio, con la eliminación de las naves, el edificio construido para la Exposición Regional (1909) «verá enfatizada su presencia desde la fachada principal y desde los flancos laterales». Estas afirmaciones quedaron seriamente cuestionadas con el informe que emitió la Real Academia en noviembre de 2007. En dicho documento publicado por Levante-EMV el 28/11/2007, se establecía que aunque Manuel Muñoz Ibáñez autorizó su demolición parcial «sin informes técnicos que lo avalaran», esta institución académica determinó que los derribos «carecen de justificación alguna porque se pierde parte de la composición del edificio y se ve fuertemente alterada la volumetría del conjunto».

Por ello, en estos momentos resulta contradictorio y extraño que se encuentre al frente de una de las instituciones culturales valencianas más destacadas, como es la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos, una persona que posibilitó y justificó de manera arbitraria, una actuación que ha sido declarada nula por los tribunales.

Los convulsos tiempos actuales reclaman ejemplaridad, por lo que sería muy digno y bien recibido por todos los valencianos, que el ilustrísimo señor Muñoz Ibáñez tuviese la elegancia de presentar la dimisión del cargo que ocupa en la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos.

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