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Los contrastes de la ciudad

El barrio de las lenguas verdes y solares vacíos

Safranar, que hace una década perdió su huerta, disfruta ahora de un recorrido de pequeños jardines - La maleza y las parcelas yermas dominan la mayoría de la zona

El barrio de las lenguas verdes y solares vacíos

Safranar, como la mayoría de barrios periféricos de la ciudad, conservó durante años parte de su huerta y algunas alquerías, pero un gigantesco Plan de Actuación Integrada (PAI) certificó la muerte de los pocos campos de cultivo que seguían produciendo y arrasó con las casas que aún quedaban en pie. Gran parte del barrio quedó en manos de los grandes agentes inmobiliarios, pero una década después el escaso desarrollo de la zona ha dejado un paisaje extraño. Por una parte, se observan zonas ajardinadas que dibujan agradables zonas verdes, pero por otra, los solares vacíos y yermos siguen dominando gran parte del enclave.

A falta de la inminente construcción del jardín de la Plaza Benimarfull, el barrio de Safranar se conforma de momento con largas lenguas verdes, no muy anchas ni excesivamente pobladas de vegetación, pero que suponen un respiro suficiente y que se disfrutan paseando. Desde la calle Archiduque Carlos hasta la calle Campos Crespo y su continuación Pío XI, los habitantes de los escasos bloques de pisos que se han construido cuentan con varios itinerarios peatonales, entre palmeras, discretos mantos de césped, árboles caducos y otros de hoja perenne, y una buena colección de setos. No es que sea la mejor experiencia posible, pero en un entorno tan poco considerado con los ciudadanos, se agradecen los espacios verdes encadenados.

Los vecinos del gigantesco PAI de Safranar lo que se encuentran a diario es un inmenso barrio por desarrollar, con numerosos solares que ahora mismo, o están repletos de maleza que en ocasiones superan en altura a los setos de los jardines, o son terrenos completamente estériles. En algunas parcelas los vecinos, viendo el nulo movimiento por parte de los promotores, han comenzado a plantar incluso árboles, con la esperanza de que algún día crezcan y devuelvan a la zona parte de su pasado verde, cuando la huerta y sus cosechas eran el paisaje habitual de los habitantes de Safranar.

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