Hace no mucho tiempo el ínclito Federico Jiménez Losantos declaraba, sin cortarse un pelo, que le gustaría ir armado con una escopeta cuando se cruzase con Íñigo Errejón y Carolina Bescansa, de Podemos, para coserlos a tiros. Por el bien de la España, una, grande y libre, se supone. Aunque la declaración del locutor de radio fue pública, e hizo hervir las redes sociales, a fecha de hoy no se conoce que la Fiscalía haya iniciado actuación alguna por enaltecimiento del terrorismo contra este personaje que tanta gloria y orgullo brinda a la profesión periodística. Entiéndase la ironía.
Sin embargo, unos titiriteros se han pasado sus buenos días entre rejas y están a la espera de juicio acusados del mismo delito. Vale que la obra no era para niños, y puede que fuera de dudoso gusto, pero de ahí a encarcelar a unos artistas por ejercer su derecho a la sátira, hay un buen trecho. Lo bueno que tiene el humor, tanto como el arte en general, es que no estás obligado a presenciarlo si no te gusta, y si no te hace gracia, pasas a otra cosa y ya está. No puedo evitar asustarme pensando en qué pasará si dejamos que cierto tipo de gente se crea con derecho a imponernos qué debemos decir o pensar, regalándoles nuestra capacidad de criterio propio. Al fin y al cabo el arte, las palabras, no tienen más poder que el que cada persona les quiera conceder. Así de fácil.
También ignoro si la Fiscalía actuará acusando de apología de violencia machista a José Corbín, esposo de Asunción Barberá, hermana a la sazón de la desaparecida en combate exalcaldesa, al declarar que si se entera de que su mujer dona mil euros, la corre a bofetadas. Como si para gastar dinero una mujer, sea o no en algo ilegal, necesitara ahora y siempre el permiso de su marido. Decir que me produce arcadas es quedarse corto. Exalcaldesa, que por cierto, parece que anda algo mosqueada porque cree que en su partido no se la ha defendido como cree merecer la Molt Honorable. La verdad, no sé de qué se queja, si su queridísimo partido ha tratado de blindarla colocándola en la Comisión Permanente del Senado, para que no pierda el aforamiento ni aunque se repitiesen elecciones.
Y eso tan solo cinco días después de que el presidente del Gobierno en funciones sentenciase de forma lapidaria que en su partido ya no se pasaba ni una con la corrupción. Tan serio y convincente como Pedro Sánchez cuando aseguraba en campaña electoral, en un debate televisivo ante millones de españoles, que Trinidad Jiménez no iba a fichar por Telefónica. ¿Querías caldo? Pues toma dos tazas. Y mientras tanto, por aquí nosotros a lo nuestro. Si hay que ir hasta la ciudad deportiva de Paterna a las dos de la mañana para decirles a entrenador y jugadores del Valencia CF hasta el mal del que se tiene que morir después de que el Barça nos pintase la cara, pues se va, sin problemas. Pero para abrir la boca contra organizaciones criminales mafiosas que han saqueado el patrimonio de todos durante décadas, pues eso ya tal, como si la cosa no hubiera ido con nosotros. A veces cuesta mucho, pero muy mucho, no pensar que en realidad tenemos lo que nos merecemos.
