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El arreglito

El arreglito

La presencia masiva de las mujeres en las fábricas de tabaco se inició en el primer tercio del siglo XVIII debido a sus habilidades en el liado de las hojas de tabaco, pero también a que sus salarios eran inferiores a los de sus compañeros, una maestra de taller o capataza cobraba 2.500 reales mientras que el capataz ganaba 3.000 reales. La vida de las cigarreras no fue fácil, con apenas 14 años ya entraban a la fábrica y algunas allí seguían hasta los 90, realizando jornadas de hasta 12 horas diarias. La industria tabaquera junto a la textil y la del calzado, fueron de las pocas donde la mujer pudo formar parte de las organizaciones sindicales desde el momento de su creación. Se llegaron a contabilizar 27.000 cigarreras, mujeres combativas y rebeldes, repartidas entre las 11 factorías de tabaco de la Península.

La más famosa fue una cigarrera gitana que trabajaba en la Fábrica de Tabacos de Sevilla, inspiró el personaje de Carmen, la ópera francesa más representada en el mundo, obra del compositor Bizet que se estrenó en París en 1885. Ramón Gener, el excelente presentador del programa «This is Ópera», en el dedicado a Carmen, describe la figura de esta mujer nacida libre y que libre muere. Gener con su entusiasta carácter hace un llamamiento, a todas las mujeres que se sientan libres, para que elijan como su ópera preferida, a Carmen. A lo largo del programa, como sólo él es capaz de hacerlo, cuenta los secretos de la vida de esta apasionada mujer y de su música. «De pasada nos enteramos de que la famosa habanera con la que empieza la obra, en realidad se trata de un plagio de una canción de Sebastián Yradier», llamada «El Arreglito».

En Valencia la fábrica de tabacos estuvo durante muchos años en la Casa de la antigua Aduana Real (actual Palacio de Justicia), cerca de la Fábrica de Gas del Marqués de Campo, lugar dónde se originaron varios incendios que causaron auténtico pavor en las cigarreras, fueron tantas las molestias que la fábrica ocasionaba que se tuvo que trasladar al otro lado del rio. El nuevo edificio fue considerado el mejor ejemplo de arquitectura industrial de la ciudad, justo enfrente se construyó un nuevo Asilo de Lactancia para los hijos de las cigarreras.

La rehabilitación del antiguo edificio de la Tabacalera ha estado envuelto en polémica desde el principio habiéndose considerado como un auténtico «pelotazo», entre otras razones por la descatalogación y derribo de parte de los edificios que constituían un único complejo arquitectónico, por la permuta de las naves por el edificio de la plaza de América operación por la que el Ayuntamiento dejó de ingresar 70 millones de euros, por la autorización para construir viviendas en la parte trasera del complejo. Transcurridos varios años, cuando los tribunales han dado la razón a la plataforma «Salvem Tabacalera» y han anulado el derribo parcial de la antigua fábrica, ahora que ya nada tiene remedio, salvo que asuman su responsabilidad los que autorizaron tanto despropósito, resuena con fuerza la frase que con tanto desparpajo repetían desde el gobierno a la oposición municipal: «Ya están de nuevo poniendo palos a la rueda del progreso de la ciudad», cuando bien mirado, el progreso que anunciaban debió de ser para unos pocos, vamos, un «arreglito».

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