Joan Ribó no sólo vendió bajo las lámparas de araña del Ritz las bondades de la nueva Valencia que aspira a dibujar desde el ayuntamiento. Subrayó su perfil político alineado con Mónica Oltra y su homóloga en Madrid, Manuela Carmena, para destacar la diversidad y multiculturalidad de España y para defender, desde su posición no nacionalista, el derecho de los catalanes a un referéndum, «en la línea de los de Escocia o Canadá».

A pocos metros del Congreso de los Diputados en el que se negocia la investidura, Ribó no quiso emitir un pronóstico sobre lo que sucederá, aunque ensalzó la experiencia valenciana y el diálogo que ha hecho posibles los gobiernos municipal y autonómico de pacto. «Y en ninguno de los dos está Ciudadanos», dijo por dos veces el alcalde a preguntas de los periodistas, como si lanzara un aviso a Pedro Sánchez y los socialistas. Todos los parabienes fueron hacia el Pacte del Botànic y los reproches, para los populares, enfrascados en un sinfín de casos de corrupción. «Los nueve concejales del PP investigados deben dejar el escaño. La responsable de los populares en la Comunitat Valenciana, Isabel Bonig, primero dijo que les iba a exigir el escaño y ahora les da largas y les protege». Lo mismo cree Ribó que debe hacer la exalcaldesa Rita Barberá, hoy senadora: «Ella sabe lo que tiene que hacer. Se lo han dicho sus amigos y sus menos amigos, como yo».

Antes de defender casi con fiereza que su pareja no ha sido enchufada en la Conselleria de Educación sino que se ha acogido a una comisión de servicios, «una entre 3.000», preguntaron al alcalde en el coloquio en qué se diferenciarán las Fallas de Ribó de las de su antecesora: «Mantendremos lo esencial, pero con menos papel de la primera autoridad. Quien tiene que salir en la foto son las falleras mayores. De momento, ofrecemos más participación a los que intervienen en la fiesta y hemos llevado la Exposición del Ninot a un edificio singular de Calatrava. Antes estaba en unas carpas».