El Ayuntamiento de Valencia ha puesto en marcha la campaña de cobro del Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI), que finalizará dentro de dos meses y que permitirá recaudar 14 millones de euros más que el año pasado gracias, sobre todo, al incremento del gravamen para los locales con un valor catastral superior a los 250.000 euros.

Para este año, la matrícula es de 673.900 recibos por un valor global de 223.390.000 euros. Este año, con el tripartito, se han introducido bonificaciones para las viviendas con eficiencia energética y para las familias monoparentales, aunque se han eliminado ayudas para las familias numerosas con viviendas de más de 80.000 euros de valor catastral y se han elevado la tasa impositiva para los locales comerciales, industriales o deportivos con un valor catastral superior a los 250.000 euros. Estos dos puntos fueron precisamente los más polémicos de las ordenanzas fiscales, a las que se opusieron Ciudadanos y el Partido Popular.

180 terrazas más

En el día de ayer también se puso al cobro la tasa de mesas y sillas, es decir las terrazas de los bares y restaurantes. Este año hay 3.476 recibos, 180 más que el año pasado, y la recaudación prevista es de 2.330.711 euros, 125.000 más que el año pasado.

Tanto para el pago del IBI como para la tasa de terrazas, el plazo concluye el 2 de mayo y a partir de ese momento se inicia la vía ejecutiva.

Por otro lado, el Ayuntamiento de Valencia ha conseguido tener un remanente de tesorería cercano a los 21 millones de euros en el cierre del ejercicio 2015, una cifra que contrasta con el remanente deficitario de -10´5 millones de euros del ejercicio anterior, correspondiente al año 2014.

Estas cifras constan en el Informe de Liquidación Presupuestaria que el alcalde, Joan Ribó, firmó ayer. Según ha avanzado Joan Ribó, este remanente servirá «para sanear el déficit de la administración local y, sobre todo, para llevar a cabo inversiones financieramente sostenibles».

El remanente de tesorería de la hacienda local se ha situado a fecha de 31 de diciembre de 2015 en los 20.820.239 euros, una cifra con la que el actual equipo de gobierno ha conseguido «enderezar la situación que vivíamos hasta ahora», en palabras del alcalde, Joan Ribó, quien ha recordado que el remanente del ejercicio presupuestario del 2014 tuvo un saldo negativo de 10.427.101 euros.

Esto, según ha explicado Ribó, «podremos traducirlo en inversiones directas en la ciudad, atendiendo a las necesidades de los barrios y mejorando su calidad de vida. Un objetivo que se complementará con el alivio del déficit de la ciudad, después de décadas de mala gestión».

Así, tal y como ha relatado el alcalde, «mientras que el saldo negativo del remanente de tesorería del 2014 sólo sirvió para bloquear partidas que habían sido previamente presupuestadas, ahora hemos trabajado para tener una situación completamente distinta, aumentando el volumen posible de inversiones, y encarando ya el 2017 con una situación económica más óptima».

Los valores empleados para rendir cuentas del remanente de tesorería son igualmente positivos. Así, los fondos líquidos que tiene el Ayuntamiento han aumentado respecto al año anterior (cerca de 40 millones de euros actuales frente a los 6 millones del 2014); los derechos pendientes de cobro han disminuido (de los 307 millones de euros del 2015 frente a los cerca de 339 millones del 2014); las obligaciones pendientes de pago por parte del Consistorio también han disminuido (157 millones de euros en la actualidad frente a los cerca de 217 millones del 2014) y las partidas pendientes de asignación (que observan una cifra negativa de -29 millones de euros, frente a los -14 millones del ejercicio anterior) también bajan.

Por otro lado, el mismo Informe de la tesorería municipal observa la existencia de un superávit presupuestario global de 61 millones de euros a día 31 de diciembre de 2015.