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Sorolla, apuntes en la arena

Sorolla, apuntes en la arena

Hacía mucho tiempo que no paseaban un sábado por la mañana por el barrio del Carmen; durante unas horas se sintieron como auténticos turistas en su propia ciudad, recorrieron las calles Baja y Alta y recordaron con nostalgia las noches pasadas en l´Aplec, enfrascados en interminables discusiones políticas que tanto marcaron sus vidas. Les habían asegurado que no encontrarían sitio para aparcar pero como siempre tuvieron suerte y encontraron sitio en un solar frente al nuevo retén de la policía local y bomberos del barrio del Carmen. Les ayudó a aparcar un gorrilla muy educado.

Luis agradeció su amabilidad y le dio unas monedas para que se tomara una caña. «Nunca bebo alcohol, ni tampoco fumo», le contestó el gorrilla. Era un hombre de mediana edad, con rostro sonriente, parecía una buena persona. Hace años dejó su casa en Casas de Lázaro, un pequeño pueblo de la provincia de Albacete. Cansado de dar tumbos sin encontrar trabajo, se vino a Valencia en busca de mejor suerte. Detestaba que le tomaran por borracho, nunca le gustaron los excesos ni las broncas. Intentaba vivir dignamente a pesar de sus precarias condiciones y procuraba ayudar en lo posible a los demás. Siempre agradecía que le dieran alguna moneda, pero nunca la exigía.

El Centre Cultural del Carme fue un antiguo convento de los carmelitas descalzos que se levantó en 1281, poco después de la muerte de Jaume I, en el barrio de Roteros extramuros de la ciudad, fuera de las murallas árabes. Se trata de un conjunto monacal completo, uno de los mejor conservados, con dos claustros, uno gótico y otro renacentista, en realidad muestra cada una de las etapas más importantes de la historia de la arquitectura en Valencia, en él se pueden observar elementos de estilos: gótico, renacentista, barroco y neoclásico.

Hacía un soleado día de febrero que invitaba a pasear y a descubrir rincones en los que todavía pueden encontrarse milagrosamente vestigios de hace ocho siglos. Luis confesó que nunca había estado en el convento del Carmen. La visita fue muy interesante. Disfrutaron mucho viendo la exposición, «Sorolla. Apuntes en la arena», artista meticuloso que lo guardaba todo, tanto es así que en su museo en Madrid se conservan más de 5.000 dibujos, de los cuales se muestran en ésta exposición por primera vez un centenar de dibujos.

Les parecieron magníficos esos pequeños dibujos a lápiz sobre papel, envidiaron su capacidad para poder expresar tanto con esos trazos que parecen de ejecución fácil. Preciosas las notas de color, las de la playa de la Malvarrosa y las de las velas de un blanco tan luminoso. Destaca «El niño de la barquita», pintado en 1904, pintura que ha sido reproducida muchas veces en libros y revistas de arte, y que está situada frente a los restos de una vivienda islámica del siglo XII que se ve a través de un cristal y que es anterior a la construcción del convento.

Decidieron a la salida ir a La Pilarica, en la calle Moro Zeit, la que se dedicó al último gobernador almohade de Valencia; mientras disfrutaban de su cerveza recordaron que otro convento, el de la Puridad, se levantaba en el lugar donde ahora se encontraban, derribado para abrir unas calles. Corrió peor suerte que el del Carmen, importante centro cultural de la ciudad.

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