El domingo amanece raro. Llevamos varios días con tiempo dispar, alternando jornadas primaverales con otras más gélidas, y sin duda esta es de las segundas. Es lo que tenemos los valencianos. Acostumbrados al buen tiempo, cualquier condicionante que altere la buena temperatura nos hace dudar sobre si salir o no a la calle en nuestro tiempo libre. Algunos rayos de sol dejan intuir que la suerte puede cambiar, y finalmente me animo a ponerme en marcha.
Camino desde la Finca Roja hacia la Gran Vía. Todavía no son las cinco de la tarde y las casetas de la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión permanecen están cerradas. Solo un tendero deja entrever, mientras organiza y apila con prisa, los primeros ejemplares. Echo el ojo a un libro de relatos, pero me asegura que los horarios son estrictos y se compromete a reservarlo. Espero el horario de apertura mientras me fijo en los viejos árboles que separan las dos direcciones del tráfico de una de las zonas más transitadas de la ciudad.
Esta propuesta itinerante tiene su público. Ya son casi las seis y a medida que pasa la tarde mucha gente se anima al paseo vespertino entre casetas y tenderetes. De todas la edades y de todo tipo. Convergen entendidos y curiosos, niños y adultos, y todos parecen saciar sus expectativas. Los volúmenes se organizan con cierto orden, y no es difícil ponerse en contexto. Novelas, ensayos, poesía, cómics o teatro predominan sobre el resto, que apuntan más a ejercitar la nostalgia, incluso a homenajearla. Es el caso de las barajas de dibujos animados clásicos, recortables, posters de películas, ejemplares de revistas antiguas (algunas muy curiosas) y hasta carteles de conciertos. Todo un abanico de posibilidades para una fría tarde de domingo.
Me sorprende un cómic sobre la historia del socialismo español, con introducción y epílogo de González y Guerra que data de 1982. No puedo evitar sonreír ante las dudas a las que mi cabeza se enfrenta al ojearlo. ¿Qué pensarían sus autores de la actualidad? Desde ese momento empiezo a comprobar que la vorágine en lo que se ha convertido la política hoy día ha posicionado ciertos libros a primera vista, algo que no pasaba años atrás. Curioso esto de las modas. Casi acabando el paseo, una radio en una de las casetas choca con el silencio generalizado anunciando el 0-3 que Messi marca al Eibar de penalti, rompiendo una magia que por un momento había conseguido congelar el tiempo, incluso para los que también somos aficionados al fútbol. Mientras el sol termina por ocultarse y el aire frío vuelve a aparecer, varios ejemplares antiguos de El Coet me recuerdan que estamos en fallas, que esta feria se asocia a estos días tan concretos y que de algún modo es una buena iniciativa para aquellos a los que no nos gusta esta fiesta tal y como se entiende hoy en día. Al menos hay donde escoger antes de que no se pueda caminar por las calles. Por un momento, mientras la humedad impregna todo, tratando de combatir el frío, soy por primera vez consciente de que el paseo y los coloridos puestos me han hecho olvidar todo por un momento. Treinta y nueve ediciones y las que quedan. Pocas propuestas pueden combinar un rato entretenido a precios más que asequibles y para todos los públicos, sin dejar de lado a los coleccionistas a la búsqueda de rarezas. De verdad que merece mucho la pena.
