La Coordinadora de Vecinos de Ciutat Vella abandonó ayer la reunión de la Mesa de la Movilidad específica de este distrito de la ciudad como protesta por la «peatonalización blanda» de la Lonja y por la «falta de organización» en la propia reunión.

Así lo explicó ayer Trini Piquer, portavoz de la entidad, que explicó que abandonaron la reunión porque su petición es clara, un centro histórico sin coches, y consideran que sus reivindicaciones, en una reunión con transportistas, vecinos, comerciantes o vendedores del Mercado Central, entre otros, queda diluída». «Nos cortan las intervenciones», lamentó ayer la dirigente vecinal.

Ya en la reunión del pasado martes, Piquer adelantó que ellos quieren una peatonalización del centro «total». «Desde Guillem de Castro, el recorrido del 5, cualquier sitio de Ciutat Vella está a 200 metros», había dicho. Planteó, además de la colaboración de los taxis, la posibilidad de crear servicios de «coches de caballos, coches eléctricos...» para acceder al centro de la ciudad, como se hace en otras urbes.

Sin embargo, los vecinos consideraron que en la reunión de ayer, donde la Concejalía de Movilidad Sostenible acudía con la intención de escuchar a todos los integrantes pero, sobre todo, de explicar la peatonalización de la calle Serranos que adelantó este diario, no se podían escuchar sus reivindicaciones. Así que abandonaron el encuentro, que se celebró en la plaza del Correo Viejo, en la sede de la EMT.

Además, Piquer adelantó que tras las fiestas llevarán al Ministerio de Cultura y a la Unión Europea la peatonalización de la Lonja, que consideran insuficiente y que critican por los frecuentes embotellamientos que provoca en la avenida María Cristina, según comentó Piquer.

La Unesco podría retirar a la Lonja la calificación de Patrimonio Cultural de la Humanidad si no se cumplen las condiciones necesarias para su conservación, como denunció a finales de 2015 la Asociación Cultural y Republicana Constantí Llombart. Ayer, Piquer insistió en la necesidad de establecer un tapón de 500 metros sin tráfico en torno a la joya del gótico civil valenciano, un tapón que ahora, pese a la peatonalización parcial, los vecinos consideran que no existe.