Si la casualidad hiciera que este fin de semana turistas valencianos visitaran Córdoba es seguro que pensarían que han realizado un viaje en el tiempo al pasear por las calles de esta ciudad y ver fallas plantadas, falleras desfilando en la Ofrenda y respirar ese olor tan característico a pólvora tras disparar una «mascletà». «Pero... ¿esto es Córdoba?», se preguntarían. Y sí, lo sería, pero inmersa en una particular semana fallera que aglutina los actos en tres intensos días de fiesta que comenzaron ayer. Y es que más de mil valencianos llegaron ayer a Córdoba de la mano de «Valencians pel món», una entidad cultural decidida a que las Fallas „así como la lengua, las tradiciones y la cultura valenciana„ se conozcan y reconozcan en todo el territorio nacional.

Así que tras plantar y quemar fallas en Ávila, Granada y Toledo, ayer desembarcaron en Córdoba para que ésta sepa, de primera mano, cómo es un monumento fallero (han plantado tres, dos fallas infantiles y una grande), cuál es el traje regional, cómo se vive la Ofrenda, qué sensaciones despiertan en una «mascletà», la magia de la «Nit del Foc», la diversión de las verbenas falleras y la emoción contenida de la «Cremà».

Ahora bien, aunque la mayoría de participantes „concejal de Fiestas de Valencia, Pere Fuset, incluido„ llegaron ayer, una avanzadilla de «Valencians pel món» llegó el pasado miércoles.

«Es difícil de explicar lo que se siente cuándo disfrutamos de las Fallas a 600 kilómetros de nuestra tierra. En la Ofrenda lloramos todos porque las emociones son muy intensas. El traje de valenciana es lo que más llama la atención», explicó ayer el presidente de la entidad, José Enrique Amores, decidido a que las Fallas obtengan la declaración de la Unesco de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Cueste lo que cueste.