Las fallas y los tebeos, cómics o como se llama ahora, «novela gráfica», han sido siempre primos hermanos, emparejados porque en ambos la gracia, el talento e ingenio, están en lo visual, sea ilustración, sean ninots o muñecos de cartón, como gusten. Me gustaría poder estar seguro cuando nació un arte o el otro, pues se diga lo que se diga o piensen, en los dos hay ya muchos años de vida y tratando siempre la visión.

En cuanto a cuál de estas dos emparejadas artes visuales fue la primera, yo me inclino por los tebeos, dado que tenemos el precedente de las aucas, que como sabrán estaban formadas por viñetas dibujadas. Pero esto no tiene mayor importancia, la cuestión es que en ambas lo visual es lo que impera. Y en ambos están los escritores, argumentistas y, sobre todo, los dibujantes y/o pintores.

Los llibrets de las fallas llegaron a ser revistas ilustradas, con grandes dibujantes. Ya que el espacio nos impide citar a todos, empezaremos por un famoso artista y fallero nato: José Sanchis, quien trabajó toda su vida en el tebeo, con su máxima creación: el gatito Pumby, y otros muchos personajes cómicos, como el soldadito Pepe, Gaspar, etc.

La gran sorpresa, para mí, fue cuando descubrí en uno de estos llibrets, exactamente en 1944, al dibujante Eduardo Vañó, creador gráfico del discutido pero superviviente personaje Roberto Alcázar. En la época dorada del teórico y crítico del tebeo, a Vañó se le acusó de haber copiado en el rostro de José Antonio Primo de Rivera, cuando lo que hizo fue retratar la moda del cabello de entonces, vean si no las fotos de Federico García Lorca o de Carlos Gardel. Roberto Alcázar pronto se convirtió en el héroe de la historieta más carismático, amado y criticado, y el de mayor tirada, después del serial El guerrero del antifaz.

El llibret se llamaba «Els felleros» „no hay error de transcripción„ y la fecha, «març 1944». Lo bueno del caso es que en ella colaboraban dos dibujantes de la Editorial Valenciana y esta no dejaba que sus artistas trabajasen para nadie más, so pena de disgustos, según me contó en su momento uno de los coordinadores. Sin embargo la portada, sin firma, claro, era de Enrique Pertegas, uno de los más importantes pintores y dibujantes valencianos, y en el interior estaba su cuñado y dibujante de Roberto Alcázar, y dejaban de trabajar en el llibret de la editorial: El cuet.

Desgraciadamente nunca se fue consciente de la similitud del arte. Las fallas cuentan anécdotas en imagenes, que, a veces, resultan escenas encadenadas.

Entre los artistas que realizaban trabajos para las cada vez más monumentales fallas, se cuenta el escritor, pintor y acuarelista Federico Amorós, creador del famoso personaje El jinete fantasma, realizado en Valencia y después enviado a Barcelona a la editorial Grafidea. Su dibujante fue el siempre recordado y apreciado valenciano Miguel Ambrosio Zaragozá, aka Ambrós, sí, ese del Capitán Trueno.

Los falleros no han sido nunca ignorantes del tebeo, al contrario, en ocasiones han realizado homenajes a bastantes dibujantes, como el mencionado José Sanchis, Rafael Catalá, a.k.a. Karpa, el dibujante del personaje Jaimito, los falleros de Burjassot...

Pondré tres ejemplos de la relación de los tebeos-historieta-cómic-cuaderno apaisado gráfico: El llibret de la falla del Campot de la Albufera de 1997, titulado «La milocha», donde se reunieron políticos, artistas, historiadores, escritores, el que suscribe y el que no podía faltar tampoco, el valencianot Carles Recio; el llibret Els Felleros, de 1944, y la enorme y grandiosa falla de Na Jordana de 1966 dedicada enteramente y exclusivamente a esta forma de expresión. El tebeo nuestro, The comic trips, Il fumetto, etc., etc., como se quiera llamar este arte, no debería de estar siendo degradado y perdiéndose en el tiempo, con otras formas de entender lo visual y lo ingenioso para decir casos y cosas «sin pedantería» pero a todo lujo y propaganda inusitada.

Y mientras, las fallas, siguen, al contrario, siendo cada año más y más enormes, tratando incluso de buscar alguna innovación. Como la que realizó nuestro gran talento Ortifus, famoso hasta en los EE UU por sus chistes gráficos diarios, siendo asímismo, un creador de historieta en su momento, que debería ser publicada en cuaderno al alcance de todos, sin nada más que su talento y fuera de falsa propaganda.

Pero bueno, los cambios culturales no son siempre precisamente de cultura, sino de arribistas sin ingenio, ni arte, ni parte; son innovaciones o cambios que son como abortos desgraciados. Y a lo dijo Martín Fierro: «Viene el hombre ciego al mundo, curtiandolo la esperanza, y a poco andar ya lo alcanzan, las desgracias a empujones. ¡La pucha! Que tradiciones el tiempo con sus mudanzas».

Es como dejó escrito don Miguel de Cervantes: «Sancho, que Dios nos la mande buena».