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Cañas y barro

Abrochar un botón

Abrochar un botón

Cada mañana, cada noche y en otras ocasiones del día realizamos esta función de forma totalmente inconsciente. Para la mayoría de nosotros se trata de un acto mecánico sobre el que nunca nos detenemos. Sí, para la mayoría pero para las personas afectadas por la enfermedad de Parkinson se trata de algo heroico y casi inalcanzable.

Esta fue una de esas cosas, aparentemente sin importancia, que se dicen en una rueda de prensa y que luego permanecen en tu mente. Que hacen que durante días te detengas a mirar la perfección con la que actúan tus manos cada día al enfrentarse a los botones de una camisa o de un abrigo y dar gracias por ello al tiempo que recuerdas a esas personas que ya no lo pueden hacer.

Fue un día como hoy, un 11 de abril, en la sala de prensa del Ayuntamiento de Valencia. Celebrábamos esta jornada Mundial contra el párkinson y tuvimos la ocasión de contar con la presencia de una mujer que nos narraba la enfermedad de su marido. Dijo muchas cosas, pero esa frase: «ahora estamos muy contentos porque mi marido ha conseguido abrochar un botón de nuevo». Esa frase se plasmó en mi memoria y venía a mi mente cada mañana, cada noche?

La enfermedad de Parkinson es otra de esas faenas que aparecen en la vida de una persona y que llega acompañada de preguntas sin contestación: por qué yo, por qué ahora, qué he hecho, qué hacemos?

A pesar de los avances médicos y farmacológicos, muchas de esas preguntas siguen sin contestación. Según datos de la Asociación Parkinson Valencia, más de 5.000 valencianos y valencianas padecen este mal y, aunque más del 70 % supera los 65 años, no se trata de una enfermedad de personas de edad avanzada pues el 30% de los diagnosticados es menor de 65 años.

La medicina puede afrontar algunos de los inconvenientes que plantea el párkinson pero, por desgracia, está calificada como una enfermedad neurodegenerativa incurable. En estos casos es realmente admirable el trabajo coordinado entre enfermo, familia, médicos y asociaciones. Tras estos colectivos, cientos de personas luchan para evitar el avance de la enfermedad en cada caso. Pero todos ellos, en una u otra medida, necesitan el respaldo de la administración y de toda la sociedad. De la Administración para que se conciencie de atender las necesidades fundamentales e imprescindibles para abordar este mal y de la sociedad para conseguir apoyo y solidaridad con los afectados, que no son sólo los enfermos.

La semana pasada este periódico publicaba una noticia en la que daba a conocer una reclamación de la Asociación de Parkinson a la Conselleria de Sanidad para que «destine más recursos a la atención de las personas que sufren esta enfermedad». Y yo me sumo a esa reivindicación por la cual se pide destinar recursos y fondos a los centros sanitarios y también a las asociaciones que luchan de forma integral y global para reducir todo lo posible los efectos de esta enfermedad y sus daños colaterales a las familias.

Pero quiero hoy también aprovechar la ocasión para felicitar desde aquí a todos los implicados en esta lucha, a los afectados, a los profesionales, familiares y voluntarios que han conseguido que muchas y muchos consigan ese gran reto: abrochar un botón.

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