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El eterno debate de la identidad

El eterno debate de la identidad

Era de esperar que volviera con más fuerza que nunca el conflicto sobre las señas de identidad. Ese debate que partidos como el PP siempre ha alimentado como uno de sus estandartes y al que retoma el pulso ahora que gobierna la izquierda. Diferentes acciones a lo largo de los meses han puesto la voz de alarma y los titulares vuelven a llenarse de conceptos que nos suenan mucho del pasado. Con una salvedad.

Ahora Ciudadanos también se suma al discurso y decide tomar la iniciativa convocando una protesta a favor de los símbolos oficiales y del constitucionalismo, y a eso el Partido Popular no está acostumbrado, hasta ahora actuando solo y tomando la iniciativa en este tipo de situaciones. Tanto recelo despierta la propuesta de concentración del nuevo partido naranja en los populares que hasta se pone en duda el apoyo a esta concentración, a la que solo envía una tibia delegación. Parece que cuando hay estrategia electoral el patriotismo y las manchas a la bandera y a los rasgos de identidad pasan a un segundo plano.

La indignación en este sector se encendió más todavía tras los actos de conmemoración del 25 de abril promovidos por Acció Cultural del País Valencià el pasado sábado, que terminaron en la Plaza de Toros, con un baño de masas y con las entradas agotadas desde muchos días antes. Doble motivo de felicidad para ellos si tenemos en cuenta que desde hace muchos años siempre se había denegado desde las instituciones ese recinto para finalizar el día festivo.

Horas después, el PP pide explicaciones de por qué la Diputación Provincial cedió sin coste la Plaza de Toros si no se trataba de un acto benéfico, aludiendo que hubo venta de entradas y dando por supuesto el ánimo de lucro cuando la entidad promotora era una asociación cultural.

El hecho de que haya venta de entradas al público no implica que una organización sin ánimo de lucro falte a su primordial punto legal y estatuario, pues la venta puede utilizarse para pagar los gastos de las bandas, empresas de instalación y de producción de eventos encargadas de montajes y desmontajes, personal y un largo etcétera.

Una organización sin ánimo de lucro puede tener actividad económica, pero deben siempre equilibrarse los ingresos con los gastos sin que ello suponga beneficio. Y una vez más viene muy bien para crear controversia mezclar y confundir conceptos, cuando hubiera bastado preguntar por qué se cede la plaza para un acto que en realidad es básicamente de gestión privada.

Atendiendo a las redes sociales se detecta falta de información sobre la procedencia y la gestión del acto en sí mismo que, por otro lado y por el cartel que ofrecía, demuestra estar anclado en el pasado con un más de lo mismo, excluyendo artísticamente a nuevas bandas de las mismas características que las programadas y que perfectamente podrían haber formado parte de lo musical del evento, y hubieran demostrado de este modo que se mira hacia el futuro. Algo que nunca ha ocurrido y parece que nunca ocurrirá.

Los actuales gobernantes, simpatizantes a lo largo de estos años de estos actos, deben demostrar que no hay peligro de endogamia y que no va a prevalecer por norma aquello con lo que los partidos que ahora gobiernan más empatizan, como ya pasara con el caso de la gira pagada a Raimon. Y la oposición debería buscar nuevas vías en lugar de abrir un debate que, de momento, solo existe para ellos.

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