El gran día de la patrona de Valencia amaneció gris, amenazando con un buen chaparrón. Sin embargo, la plaza de la Virgen se llenó desde primera hora de la mañana de miles de asistentes que querían rendir homenaje a la Mare de Déu en su traslado desde la Basílica a la Catedral.

Al son del «Vol de l'Alba» que repicaba en el Micalet, la plaza fue acogiendo tanto a los vecinos de la ciudad como aquellos peregrinos que durante la madrugada habían cubierto a pie la distancia desde sus municipios para a las 05.00 horas poder participar en la Missa de Descoberta. A las ocho de la mañana apareció la corte fallera infantil que recibió los aplausos de los asistentes, mientras el olor a incienso comenzaba a sentirse en la plaza.

Las autoridades ocuparon los asientos situados frente al escenario en el que se celebró misa con la presencia de concejales del ayuntamiento de Valencia y diversas personalidades como el ministro de Exteriores en funciones Jose Manuel García-Margallo.

La instantánea de ayer era radicalmente distinta a la que se veía en la plaza durante los años de gobierno de PP en el ayuntamiento y el Consell. Entonces la alcaldesa Rita Barberá y su equipo participaban de los actos religiosos, al igual que era habitual la presencia del president y sus consellers. No fue el caso de ayer.

Como estaba previsto, el alcalde Joan Ribó no acudió al acto, puesto que hace tiempo el equipo de gobierno tomó la decisión de que el alcalde no presidiera actos religiosos y los miembros del equipo municipal lo hicieran a título personal. Tampoco estuvo el president Ximo Puig ni los miembros de su gabinete. Así, en la primera fila sí se pudo ver al primer teniente de alcalde Joan Calabuig, acompañado de la concejala de Seguridad Ciudadana, Sandra Gómez y el concejal de Urbanismo, Vicent Sarrià, que acudieron a título personal. También asistió como espectador el concejal de Fiestas, Pere Fuset; mientras que fue amplia la presencia de concejales del Partido Popular y de Ciudadanos.

La «Geperudeta» a cubierto

Durante la misa el público ponía un ojo en el cielo y abría sus paraguas para soportar la fina lluvia. «A ver si aguanta», decían algunos. «Va a caer una...», vaticinaban otros. Y ganaron los primeros, porque la lluvia no pasó a mayores, si bien sí provocó que el acto se quedara sin música a mitad de celebración. Los músicos tuvieron que retirarse del escenario para proteger sus instrumentos, pero el himno de la Comunitat Valenciana lo puso, en versión reducida, el público a viva voz. Tras la eucaristía presidida por el arzobispo Antonio Cañizares, los feligreses se agolparon frente a la Basílica para rodear la imagen de la Virgen, cubierta con un plástico.

Un traslado más rápido

La continua lluvia hizo que el traslado fuese mucho más rápido de lo habitual, como confirmaba a este diario un «eixidor» debido a la lluvia, que había hecho que hubiese menos gente en la plaza.

Los fieles lanzaron vivas en honor a la virgen y trataron que los más pequeños alcanzaran la imagen de la Mare de Déu. El público siguió el traslado hasta la Catedral, donde la Virgen entró todavía cubierta de espaldas al altar entre una marea de teléfonos móviles. Una vez ya situada en el altar, los «eixidors» retiraron el plástico arrancando la mayor ovación de los asistentes, que llevaban toda la mañana esperando a ver a la «Geperudeta».