El emblemático edificio Veles e Vents, con un nombre surgido de un poema de Ausiàs March y que se convirtió en icono arquitectónico de la Copa del América de vela, cumple esta semana una década de actividad, rodeado del glamour de sus primeros años pero también de algunas sombras.

Obra de los arquitectos David Chipperfield y Fermín Vázquez, el edificio fue concebido como un mirador privilegiado en la confluencia del canal y la dársena histórica de Valencia para albergar invitados, patrocinadores y espectadores de la 32ª edición de la prestigiosa competición náutica, la más antigua del mundo.

Con cuatro plantas que parecen sustentarse en el aire, a través de varios voladizos de diferentes dimensiones y vuelos, grandes terrazas conectadas por un sistema de escaleras exteriores y más de 11.000 metros cuadrados, se inauguró de forma provisional el 11 de mayo de 2006 para la celebración de las prerregatas de ese año.

Este innovador diseño, en el que sus creadores quisieron combinar el minimalismo para su uso flexible con la monumentalidad, le valió ese año el reconocimiento del prestigioso premio europeo de arquitectura LEAF Award.

En esta década de vida, el que fuera emblema del glamour que emanaba de la Copa del América, y luego de la Fórmula Uno, también se ha visto envuelto en la polémica, especialmente por las críticas sobre sus malos acabados, los elevados costes de su mantenimiento y los múltiples "retoques" a los que ha sido sometido.

Su primera gran crisis le sobrevino apenas un mes después de ser inaugurado, pues uno de sus creadores, el británico David Chipperfield, aseguró en una conferencia que su calidad "era una porquería", lo que hizo salir a la palestra al propio arquitecto, a su colega Fermín Vázquez o a la alcaldesa entonces, Rita Barberá.

Argumentaron en ese momento que sus palabras habían sido tergiversadas y que él se había mostrado orgulloso del edificio y había alabado la flexibilidad de su construcción.

Lo cierto es que los acabados han sido centro de las críticas al edificio, cuyo uso constante para diferentes celebraciones ha elevado mucho los costes de su mantenimiento con un historial considerable de incidencias, como filtraciones, grietas en los cristales o reposición de pavimento de maderas.

Construido en tiempo récord de once meses y con un coste de adjudicación de algo más de 35 millones de euros para el proyecto completo, que incluía el edificio, el aparcamiento para 800 plazas y los accesos, el Veles e Vents cumplió la misión para la que fue creado para la 32ª Copa América (2007) y para la 33ª (2010).

Tras la inauguración provisional fue cerrado para rematar su ejecución y abierto de forma definitiva a comienzos de 2007, con una rampa de acceso desde la zona de palmeras y con un restaurante, una cafetería y tiendas en la planta baja y la zona pública.

Posteriormente, fue entregado formalmente al Consorcio Valencia 2007, organizador de la competición y a lo largo de estos años ha albergado multitud de citas empresariales y familiares, fundamentalmente en su tercera planta.

Por sus instalaciones han pasado empresas como Louis Vuitton, Bacardi, Nespresso, Bosch, San Miguel, Lancaster, Ferrari o Porsche para celebrar acontecimientos empresariales y también ha acogido la presentación de coches de la marca Seat y Skoda, además de acoger invitados entre 2008 y 2012 durante las carreras de Fórmula Uno.

Su estructura también ha acogido la cena conmemorativa del centenario del equipo de fútbol Levante UD o la cena de la final de la Copa del Rey celebrada en Valencia en 2008, y ha sido el epicentro de las tres ediciones de la feria Valencia Boat Show y de importantes regatas internacionales como la RC44, la TP52 o la Route des Princes.

Con el fin de que se convirtiera en un espacio polivalente abierto todo el año combinando usos culturales y gastronómicos, el Consorcio sacó a licitación en abril de 2015 su gestión y explotación para 7 años, con prórroga para tres años y medio más y un precio de arrendamiento mensual de 30.000 euros.

En la actualidad está gestionado por Heineken España y el grupo de restauración La Sucursal, a los que fue adjudicado y que pretenden invertir en el edificio 5,5 millones para dar forma a un ambicioso proyecto con tres espacios de restauración, uno de cultura contemporánea y de apoyo a la creación artística, y otro dedicado a una escuela de hostelería.

Con su renovación interna y la misma e innovadora cara, el Veles e Vents quiere mantener su idilio con Valencia como emblema del paso del glamour por la ciudad y no caer en el olvido, sino recobrar para la dársena el esplendor que le dieron la vela y la Fórmula Uno.