El arquitecto y miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos, Francisco Taberner, impartió ayer una conferencia magistral bajo el título «Urbanismo y sanidad. Los médicos ante la regeneración de la ciudad» donde analizó la influencia del higienismo del siglo XIX en el planeamiento de la ciudad. De la influencia que tuvieron las teorías higienistas a la hora de diseñar la ciudad moderna dan cuenta documentos como un plan urbanístico de 1858 localizado por Francisco Taberner entre cuyos autores figura un médico (Manuel Encinas), algo totalmente inusual, destacó Taberner. Y es que en el diseño de las ciudades del siglo XIX y principios del XX tuvieron gran influencia las teorías higienistas que alentaron reformas urbanas como el derribo del barrio de Pescadores o la apertura de la moderna calle de la Paz, la plaza de la Reina y la avenida del Oeste,

El higienismo fue una corriente de pensamiento desarrollada desde finales del siglo XVIII y animada sobre todo por médicos que tenía en consideración la gran influencia del entorno ambiental y del medio social en el desarrollo de las enfermedades. Los higienistas critican la falta de salubridad en las ciudades industriales, así como las condiciones de vida y trabajo de los empleados fabriles, proponiendo diversas medidas sociales y de salud pública.

En Valencia, que a mediados del siglo XIX era una ciudad insalubre, de calles estrechas y mal ventiladas, con una industria en declive y numerosos obreros desempleados, estas teorías se materializaron en una abundante literatura científica donde destacan documentos como las topografías médicas, entre ellas la de Peset y Vidal (1878) que analiza la influencia del clima en enfermedades como el cólera. Mediante ellas pueden indicarse los lugares sanos y enfermos, las zonas en que es posible habitar y aquéllas que deben evitarse. También destaca entre los escritos de los higienistas valencianos el Dictamen de 1889 del Instituto Médico Valenciano que determina por dónde deben ir las reformas urbanas y aboga por la reforma interior como la que se llevó a cabo en el barrio de Pescadores.

A estas corrientes higienistas se deben mejoras urbanas y sociales, como el adoquinado de las calles, el alcantarillado, el diseño de viviendas más confortables, la limitación de alturas de los edificios en las calles estrechas, las cárceles modernas donde aconsejaron hasta del tamaño que debían tener las celdas y como debían ser las fábricas para mejorar las condiciones laborales de los obreros, entre otras. El Matadero (actual polideportivo de la Petxina), la antigua cárcel (hoy complejo administrativo), la Tabacalera y el Asilo de la Lactancia son ejemplos, algunos muy transformados y con poco acierto, según Taberner.