Nació hace noventa años -aunque de una forma muy diferente, como explicaremos- y duró hasta el comienzo de la última década del siglo XX, cuando ya no había razón para la existencia de ese periódico.

En la década de los años veinte -del pasado siglo- un dirigente socialista, Largo Caballero, planteó y consiguió que los periodistas de los diarios no tuvieran que trabajar en domingo; por lo tanto, los periódicos dejarían de publicarse los lunes. Y el gobierno aceptó la propuesta, y planteó que en la fachada de los gobiernos civiles se colocara el primer día de la semana un cartel con las noticias de la jornada dominical. Pero, claro, los ciudadanos no solían acudir a leer tales novedades, y muchas pasaron inadvertidas. Se dijo que las muertes de Antonio Maura y de Pablo Iglesias -el otro, claro- no fueron conocidas por el público en su día preciso, y entonces se planteó la necesidad de editar las «Hojas del Lunes» -que durante tiempo se encabezaban como «Hoja Oficial del Lunes».

Se encargó de ello a entidades de caridad, pero éstas no tuvieron el empeño suficiente para llevar a cabo tal tarea. Y por ello se pasó pronto a que fueran las Asociaciones de la Prensa las editoras de los lunes. De manera que, para no hacerles competencia, el primer día de la semana no podían aparecer otras publicaciones hasta la una de la tarde; en Valencia, concretamente, el semanario «Deportes» aparecía mediada la jornada.

Fue un éxito, pues los lunes el periódico tenía un especial atractivo para los lectores, ya que era la primera publicación que reseñaba lo ocurrido el domingo, con su impacto futbolístico.

La «Hoja» que más tardó en pasar al colegio profesional fue la de Barcelona, que no se editó de esta forma hasta 1.955. Pero en toda España ya estaban arraigadas, y la de Valencia alcanzó muy pronto los cien mil ejemplares.

Después de la guerra civil, estuvo casi siempre dirigida por el Presidente de la Asociación de la Prensa; fueron, sucesivamente, Angel Ezcurra, Martín Domínguez y José Barberá, que permaneció al frente tres décadas; tras su cese, y ya en época de declive porque los diarios volvieron a publicarse ese día, al frente estuvieron Salvador Barber y Mario Beltrán; fue necesario montar unos talleres especiales, pues hasta entonces se imprimía la «Hoja del Lunes» en la imprenta del diario «Levante»; pero cuando éste necesitó sus talleres el domingo por la noche, la Asociación de la Prensa hubo de montar los suyos en las afueras de la Ciudad.

El periódico de los lunes tuvo una especial aceptación por los lectores, ya que no tenía competencia en esa fecha y, además, recogía el resumen y la información de la actividad deportiva dominical.

Fue una época inolvidable del periodismo español y muy concretamente del valenciano. En los tiempos en que José Barberá estuvo al frente, recuperó a algunos compañeros que habían sido sancionados al terminar la guerra, como Rafael Hernández Zafrilla, que en los años cuarenta había estado en la cárcel por motivos políticos y que en la «Hoja» escribió firmándose «El duende de las casetas» con entrevistas en los vestuarios futbolísticos.