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Los contrastes de la ciudad

Resistencia agrícola frente a la deserción

Una alquería habitada en La Carrasca y rodeada de edificios mantiene en cultivo uno de sus campos - Las parcelas situadas frente a ella han sucumbido al abandono y la presión

Resistencia agrícola frente a la deserción

­Rodeada de grandes edificios de más de 20 alturas y de varios complejos educativos, una alquería y su pequeña porción de campo aún en cultivo resiste en el barrio de La Carrasca, en el distrito de Algirós, para mantener viva la memoria de un pasado no muy lejano donde todo lo que le rodeaba era huerta. Al contrario de otras casas de labranza que han quedado atrapadas por la inmensidad de la ciudad, la que nos ocupa no ha perdido su actividad originaria, lo que prácticamente la convierte en un museo para los cientos de chavales que acuden al instituto situado junto a ella. Enfrente de lo que fueron prósperas hanegadas de regadío ya solo queda la memoria de su sistema de acequias.

Sorprende la cantidad de solares inutilizados y yermos situados entre las avenidas Blasco Ibáñez y Tarongers. Muy cerca de la primera, junto al antiguo Camí del Cabanyal y el cementerio del barrio marinero, se expandieron las universidades y se crearon centros educativos de primaria y secundaria para abastecer el boom urbanístico y poblacional que sufrió la zona. Allí, en la antigua carretera Sorlí, se mantiene a pleno rendimiento una pequeña alquería de finales del siglo XIX, habitada y con el campo que tiene a sus espaldas en cultivo. Es una gozada ver todavía a su propietario salir a cuidar de sus hortalizas. Es toda una alegoría a la resistencia de la huerta frente al urbanismo salvaje, aunque en realidad esta parcela rústica está abocada a desaparecer?

Si detrás de la casa el campo sigue cultivándose, el propietario o los propietarios que tenían varias hanegadas frente a la alquería hace tiempo que tiraron la toalla. De la prosperidad del regadío hoy solo queda un solar que utilizan las mascotas para hacer sus necesidades y varios tramos de acequia que nos recuerdan que, durante un tiempo, aquellos campos abastecían de productos frescos a la ciudad. Resistencia y rendición, frente a frente.

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