Pasan pocos minutos de las 11 horas cuando los participantes de la Cabalgata del Convite se acaban de vestir y realizan los últimos ensayos en la Casa de las Rocas. En el último piso del edificio, la Moma se pone los guantes blancos como remate a su misterioso atuendo. El hombre que hay bajo la máscara representa al personaje central por cuarto año consecutivo. No quiere revelar su nombre. «Para mí es un privilegio y una gran responsabilidad. Es la danza más representativa de la fiesta. Cada vez que me visto de la Moma es como si fuera la primera», sentencia.

En la calle, bajo un sol de justicia, miles de personas le esperan como plato fuerte de una fiesta que llena Ciutat Vella de música y aplausos. No cabe ni un alfiler y como siempre hay algunas discusiones por la primera fila y se oyen los «yo llevo aquí desde hace horas...». El capellà a la cabeza del convite„este año por fin con microfonía„anuncia que ha llegado por fin «el dia de la festa grossa» y con los vítores del público se va mezclando el sonido de las «dolçaines» y los «tabalets» que marcan el ritmo a «pastorets», «turcs», cabezudos, «cavallets» o la «magrana» para deleite del público.

«¡Es hermoso!»

«¡Bailad aquí!», gritaban algunos entre el público, pidiendo a los diferentes grupos que hiciesen un alto en el camino en el itinerario que partía de la calle Caballeros y terminaba en la plaza de la Almoina.

Entre el gentío, se mezclaba el público que no se pierde el convite ni un año y los iniciados en la fiesta. «Hemos venido desde Alicante a propósito a ver la cabalgata y ha superado las expectativas. Es muy diferente y bonito», señalaba cámara en mano Enrique.

«¡Es hermoso!», exclamaba María Teresa, que se encontraba junto a su pareja, Julio, ambos argentinos, que se habían topado con la fiesta. «No me esperaba algo así», decía Julio, quien señalaba que le había sorprendido la «reina», en referencia a la Moma. En cambio, Pilar, vecina de Valencia que ha participado otros años del convite decía: «tenían que estar aquí todas las televisiones...que parece que sólo existe la de Toledo».

Las autoridades municipales disfrutaron de la cabalgata desde el balcón de la casa vestuario, entre ellos el alcalde Joan Ribó, además de Sandra Gómez, Pere Fuset, Sergi Campillo, Ramón Vilar Manuel Camarasa, o Pilar Soriano, así como el presidente de las Corts Valencianas, Enric Morera. Como ya publicó este diario, el alcalde anunció que acudiría al acto pero sin presidirlo, por lo que ayer lo presenció desde el citado balcón„como hacía Rita Barberá„por su arraigado peso cultural en la ciudad.

«Poalà» contra el calor

Un ligera brisa hizo un poco más llevadero el calor que llegó a dejar casi 29 grados. De hecho, el dispositivo de Cruz Roja atendió a seis personas durante la celebración. Los sanitarios trataron dos lipotimias, una crisis de ansiedad y tres caídas, si bien todas ellas fueron de carácter leve, según indicaron desde Cruz Roja.

El momento más animado fue como cada año la «poalà» de la calle del Cabillers, donde varias hileras de cubos colgados entre los balcones anuncian cascadas de agua a la llegada de la «degollà». Fueron sin duda el grupo que como marca el guión de la fiesta ponen la pincelada de locura, persiguiendo a los niños con sus «carxots».

Los más pequeños les esperaban ya sin camiseta o en bañador, pidiendo a los vecinos de las calles que les refresacaran. Con las risas bajo el agua iba acabando la fiesta, para dejar paso por la tarde a la procesión solemne.