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Al mercado en bicicleta

Al mercado en bicicleta

No ha pasado ni un año desde que toda la prensa publicara el gesto del nuevo alcalde de Valencia en su toma de posesión cuando recibía la vara de mando: « €no es un símbolo que represente mi forma de gobernar. Prefiero, en cualquier caso, el diálogo con mis vecinos y vecinas». ¿Recuerdan el «donde dije digo» de la semana pasada? Pues aquí tenemos otro. Podríamos hacer un serial. En esta vida todo es susceptible de análisis y, a veces, la comunicación tiene esos fallos que trastocan el mensaje. Normalmente son los emisores quienes de forma voluntaria, o no, provocan esas ambigüedades. Supongo que los comerciantes del centro histórico y del Mercado Central especialmente, sentirán cierto desconcierto al releer esa rimbombante frase del discurso del Sr. Ribó. Pero no lo tomen a mal, probablemente todo fue un lapsus porque la realidad nos está demostrando que lo que el alcalde quería decir en aquel momento es que iba a gobernar para los 95.958 ciudadanos que le habían votado. Lo grave del asunto es que se olvidaba de los otros 486.897 votantes. Y así ejerce su poder, sin vara, pero imponiendo su ideología y la de los suyos a la gran mayoría.

Está bien que esta nueva política vaya dejando ver sus verdades escondidas, tenemos unas elecciones a la vuelta de la esquina y deberíamos tomarnos realmente en serio lo que significa ejercer el derecho del voto. Votar no es un juego, no es un «ya no te junto» o «ahora te vas a enterar». Votar implica poner nuestra vida, nuestro futuro y el de nuestros hijos en manos de unas personas que deben olvidarse de sí mismas y trabajar por el bien de la mayoría aunque eso implique ceder y flexibilizar sus propias ideas.

Es totalmente idílico pensar que se puede ir a comprar al mercado en bicicleta, o andando, supongo que eso es lo que le gustaría al alcalde, y a mí, sin duda, quienes me conocen saben que me encanta ir en bici, pero no como para obligar a todos los valencianos y valencianas a que lo hagan a todas horas. Además eso supondría ir a comprar sólo un par de naranjas y medio kilo de boquerones€ Porque quién es la guapa o el guapo que aguanta más carga. Claro, sí, nos gustaría ir todos los días al mercado, paseando o en bici, a disfrutar de su belleza y a comprar un par de mandarinas pero, desgraciadamente, nuestra economía nos obliga a trabajar y a hacer la compra semanal, con lo que el acceso de vehículos es imprescindible para cualquier comercio que pretenda serlo.

Señor Ribó, nuestro Mercado Central también merece protección. No busque excusas torticeras para justificar sus caprichos y ocurrencias. La utopía no va a dar de comer a los comerciantes. Los mundos de Yupi están muy bien para sentar a los niños frente a la tele pero no para un alcalde que debe gestionar una ciudad. Baje de la nube señor Ribó, vaya al mercado, como parece ser que hacía antes, hable con ellos y gobierne para todos. No hace falta ser un lince de la política local para intuir que limitar el acceso de vehículos al Mercado Central puede implicar acabar con él. Y no se preocupe tanto por los suyos, preocúpese y ocúpese de todos los valencianos.

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