El colegio Juan Comenius defiende el deporte como uno de los pilares básicos de su sistema educativo. Sin embargo, la junta rectora se ha visto obligado a reducir el horario de sus instalaciones en aras de la «convivencia vecinal». ¿La consecuencia? Que 80 jóvenes que practican fútbol, baloncesto o balonmano en las instalaciones (hasta las 22 horas) se quedan fuera tras una medida que afecta a 300 jóvenes de las categorías superiores.

El encaje de bolillos que han realizado para incluir al máximo número de niños no ha dado para más. El próximo curso escolar, el colegio cerrará las puertas a las 21,15 horas lo que impide que siete grupos puedan entrenar. Ahora, los afectados deben buscar otro lugar para practicar deporte en una ciudad que no destaca por el número de instalaciones deportivas. Y las críticas no se han hecho esperar. De hecho, desde la Asociación de Padres y Madres de Alumnos (Ampa) ya están recogiendo firmas para evitar una reducción de horario «que es injusta para los chavales que se quedan fuera sobre todo porque hablamos de hacer deporte y no botellón».

El problema reside en unas quejas vecinales que no cesan desde hace años. Durante horario escolar, en horario extraescolar y los fines de semana, que es cuando se disputan algunos partidos en el centro, según permite la propia normativa.

La policía local, de mediadora

Hace tres años, un grupo de vecinos se puso en contacto con el colegio para mostrar su indignación por la «contaminación acústica del centro». Luego comenzaron a llamar a la policía local cuando consideraban que se estaban extralimitando en el ruido. Desde el colegio comenzaron a aplicar medidas como la reducción del horario (cierre a las 22 horas en lugar de a las 23 horas), la prohibición de entrar al recinto con tambores o bubucelas, realizar los entrenamientos sin silbato o no disputar partidos en las instalaciones los domingos. Y ni con esas.

Las quejas continuaron y tras una mediación de la policía local se ha llegado a un acuerdo, pero nadie está satisfecho. La junta rectora se comprometió a acortar aún más el horario (adoptando medidas complementarias como reducir cada entrenamiento a 50 minutos) y así lo ha anunciado para el próximo curso escolar. «Los vecinos afectaron nos dijeron que iban a iniciar acciones más contundentes y nos hemos visto obligados a reducir el horario. Ojalá no tuviéramos que hacerlo porque sabemos que se trata de hacer deporte. Ahora nos critican desde el Ampa pero no hemos tenido alternativa porque tenemos que favorecer la convivencia», aseguraron ayer desde la Junta Rectora del centro.

La Ampa, sin embargo, ha iniciado una recogida de firmas ante una medida «injusta» por lo afecta a los jóvenes.