El conflicto que ha generado la intención de la EMT de cambiar el trazado de la línea 11 para optimizar su recorrido no es nuevo, ya que como recuerda Francisco Tamayo, expresidente de la Asociación de Comerciantes y Profesionales de la calle Aboraia y adyacentes, hace 17 años el Partido Popular se vio obligado a rectificar su plan inicial debido «a la presión vecinal». El anterior gobierno municipal decidió «unilateralmente» y aprovechando que la calle Alboraia pasaba a ser de una sola dirección, desviar la línea del autobús municipal por la calle Almassora. Tamayo asegura que «tras varios atropellos del tranvía y la presión de comerciantes y vecinos», el PP tuvo que variar su postura y aceptó el actual recorrido, por la calle Genero Lahuerta y con parada en Pintor Vilar.

«Es un sinsentido que por rentabilizar la línea y ahorrarse cuatro minutos se quiera poner en riesgo la vida de las personas mayores que, con el cambio, deberán cruzar las vías del tranvía e incluso un carril bici», explica el expresidente de los comerciantes. «Así se lo hicimos ver a los técnicos de participación en la Junta de Distrito, donde por mayoría unánime se votó en contra de la propuesta de la EMT», asegura Tamayo, que ahora tiene 66 años.

El expresidente de los comerciantes considera que el cambio de paradas no solo afecta a las personas que acuden al centro de salud, sino también a una clínica que atiende accidentes derivados de los colegios y a una residencia de la tercera edad, ambas ubicadas en la calle Flora. «Algo que funciona bien, no hace falta cambiarlo. Todas las personas mayores están acostumbradas a la ubicación actual de las paradas y un cambio supondría un gran trastorno para el colectivo. El problema es que los técnicos de la concejalía de Movilidad Sostenible y la EMT no se ponen en la piel de las personas afectadas, porque si lo hicieran, no se plantearían este cambio ilógico», sentencia Tamayo.