Este año se cumplen los sesenta de la creación de Televisión Española, algo inaudito para nosotros en aquel 1.956 y que en principio iba a actuar solamente con una «primera cadena» y en blanco y negro. Algo inaudito en los tiempos actuales, cuando con un mando podemos ver decenas y decenas de programaciones nacionales, regionales o de diferentes creaciones.

Quien esto firma, estudiante entonces del último curso en la Escuela Oficial de Periodismo de Madrid, fue invitado, con otros compañeros de clase, a aquella ceremonia que tuvo lugar en el Paseo de la Habana madrileño. Y para este joven estudiante supuso algo emocionante, pues dos años antes, en el verano de 1.954, viajó a Roma con el Orfeón Universitario de Valencia, y tuvo la inesperada experiencia de poder contemplar en pantalla programas de la televisión italiana, algo insospechado para nuestro país en aquellas calendas.

Al acto inaugural asistieron numerosos profesionales de los medios de comunicación madrileños y de la administración de Información y Turismo. Naturalmente, estuvo presente el titular de ese departamento, Gabriel Arias Salgado, y la voz cantante, la explicación de lo que iba a ser la nueva televisión, la llevó el Director General de Radio y Televisión, Jesús Suevos.

A partir de ese momento, los alumnos del tercer curso en la Escuela de Periodismo ya fuimos adiestrados en el nuevo medio de comunicación. Fueron nuestros profesores en materia de radio y televisión Manuel Aznar Acedo -hijo del que fue director de La Vanguardia Española y padre, medio siglo después, del Presidente del Gobierno- y el valenciano Eduardo Sancho Calvo, que provenía de Radio Nacional de Valencia. Entre los alumnos que estuvimos presentes en el acto inaugural se encontraba otro valenciano, Alejandro García Monerris, que años más tarde y hasta su fallecimiento en 1.972 fue jefe de prensa del Ayuntamiento de Valencia.

Tras aquel acto de presentación, empezaron a verse en viviendas los primeros aparatos en blanco y negro, con una sola cadena. Muchos vecinos acudían a la casa contigua que tenían aparato. Poco después, surgió la segunda cadena, que ofrecía programas menos inmediatos, más culturales, y era fácil pasar de una a otra emisión. ¡Ah! Curiosamente, en cada una de estas dos cadenas, salía una pequeña subtitulación indicando cuando en la otra se iniciaba un nuevo programa. Y, de momento, todo sin publicidad.

A finales de octubre se cumplirán sesenta años de aquel acto inaugural, que dio paso a algo inesperado en aquellos tiempos. Pues hoy, en color, en diferentes dimensiones y en decenas de cadenas distintas -oficiales y la mayoría de empresas particulares- aquello casi resulta incomprensible .