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Y sin embargo me quedo

El arte de provocar

El arte de provocar

Margarida Borrás, transexual ejecutada en la plaza del Mercado, la que da nombre al premio del Colectiu Lambda, fue acompañada a la fosa común por la Virgen de los Desamparados. Igual que lo hacía con todos los que no podían pagarse un entierro. Sin hacer distinciones, de ninguna clase. Ahora ofende y necesita desagravio por aparecer en un cartel besándose con la Moreneta. A mi no me ofende y la Geperudeta es tan «mare meua» como de todos. Como de todos no, porque siempre se ha dicho que estaba más con los desfavorecidos, con los olvidados, con los desamparados. Pero resulta que un señor, que dice que los refugiados son un caballo de Troya, habla del ataque del imperio gay y de que las políticas de que defienden a las mujeres destruirán el mundo, dice que está muy agraviada y ofendida. Seguro que a ellos la Geperudeta sí que les hizo un acto de desagravio. A este señor está claro lo que le ofende del cartel pero ¿y a las personas que acuden al desagravio? ¿qué les ofende?

Solo es un cartel, sólo son dos figuras femeninas besándose. No veo burla, eso sería si se utilizara la imagen de forma jocosa, no veo ofensa, no está haciendo nada delictivo, no veo agravio, no está en ninguna acción ridícula. Sinceramente lo único que veo es un señor intentando arengar para salvaguardar su imagen que hasta entre los suyos está bastante deteriorada. Veo un revuelo innecesario, un intento de exaltación de las masas por parte de alguien que no debería estar al frente de nada y menos de un colectivo cristiano.

Pero volviendo al tema, los ofendidos ¿saben qué les ofende?, porque si es, como al obispo, que la Virgen se esté besando con otra mujer creo que quien necesita urgentemente un acto de desagravio son las lesbianas de esta ciudad.

Eso si que es una ofensa, eso si que es un insulto. Y no pienso añadir ni un pero. Hablaba en otra de estas columnas de lo peligrosos que son, en este caso me inquietan más que nunca.

He oído y leído muchos comentarios estos días sobre el dichoso cartel, muchas personas que no lo ven en absoluto ofensivo pero añaden un pero. Pero es una provocación innecesaria, pero no es buen momento, pero no estoy de acuerdo con el cartel, pero no tendrían que haberlo hecho, pero no me representa. Pero, pero, pero. Unos peros que lo único que consiguen es ejercer presión que lleva a la autocensura. Y eso es lo peor que hay. ¿Quieres hacer un cartel con una imagen que puede provocar debate? Hazlo. No te cortes, no esperes que a todo el mundo le guste, no esperes que todos lo entiendan como tu quieres, pero hazlo. No te dejes presionar por la condescendencia de quien piensa como tu pero no es capaz de hacerlo. Ellos más que nadie necesitan de provocadores que les hagan el trabajo. No podemos caer en la trampa de ponernos la tirita antes de la herida, no podemos, en el arte sobre todo, sopesar a cada momento quién lo va a entender y quién no. A quién va a molestar y a quién no.

La obscenidad está en la mirada, no en el cuerpo mirado. Qué grandes cosas de la historia nos habríamos perdido si sus autores hubieran estado pendientes de las posibles ofensas. La Vida de Brian, por ejemplo. Si te nace provocar, provoca. Porque si no se provoca ¿qué queda?

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