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En busca del racionalismo (II)

En busca del racionalismo (II)

Con todo lo que se nos vende€ (¡Hasta Ikea!), nuestras cabezas están llenas de palabras que escapan€ Cuando un partido ha dicho ser, casi de izquierda radical, y ahora dice que es socialdemócrata, piensas que a lo mejor se hace también liberal con Esperanza Aguirre, o demócrata cristiano y termina en una iglesia rezando el rosario con las beatas del vecindario que son las snobs de la religión. ¿Le seguirán los demás partidos? Miro hacia Cataluña€Paseo por la ciudad necesitando una plasticidad que lleve el pensamiento hacia la razón, hacia una geometría que nivele el espíritu y establezca una cierta depuración que aleje de lo sobresaturado y el silencio de la imagen transporte hacia a lo esencial.

Fue hacia los años de 1930 cuando se difunde en Valencia la moderne Bauformen, un medio para asimilar la nueva arquitectura de armonía atrayente, e impoluta, hacia la que necesito escapar. Hubo a lo largo de aproximadamente 20 años, una importante generación racionalista que empezó a construir con simplicidad geométrica, con largas fajas horizontales de cristales interrumpidas por elementos opacos y esquinas redondeadas.

Estudiaban y creaban actualidad y, en estos días de negro sobre blanco o blanco sobre negro, líneas rojas, sorpassos, transversales, o confluencias... recorro la ciudad en busca de esas obras que forman nuestra historia «pensante».

Me detengo en la calle Xàtiva, esquina San Vicente, en el edificio llamado Alonso, de Albert de 1935, de arquitectura innovadora; pertenece a uno de los arquitectos más brillantes de esa época. Su imagen de modernidad, remite al expresionismo alemán. Me llama la atención el protagonismo que adquieren las superficies acristaladas. Su estructura metálica me produce fortaleza.

Siempre miro dos edificios escultóricos, de uno de los arquitectos más innovadores de este periodo, Ricardo Roso, injustamente acotada su obra por motivos políticos (La política€¡uf!) Uno, situado en la calle San Vicente: Edificio Llopis de 1934. Me fijo en el potente remate del ático, que corona el chaflán.

El otro, el edificio Llopis Crespo, en la primera de las manzanas de María Cristina, c/ Ribalta, es del mismo arquitecto, y de Bellot Senent. Su chaflán curvo tiene musicalidad. Quizá sea uno de los mejores exponentes valenciano del racionalismo aerodinámico de raíz alemana y norteamericana, auténtico ejemplo del estilo-barco con una original proa-puente a modo de remate.En la misma avenida, se encuentra el Edificio Dasi de Borso (1935). Perteneció a un grupo, cuyo fin fue promover la arquitectura racionalista.

El antiguo Rialto de 1935/39 también de Borso: unitario y diáfano, dotado de movimiento ondulante provoca que la mirada se pierda serenamente hacia la altura.Paseo por las calles y plazas y me recreo en construcciones que nivelan el pensamiento.Me gusta la Telefónica que destaca por la limpieza de líneas De estilo racionalista, trae a Valencia la estética de los rascacielos de la llamada escuela de Chicago. Construida en 1927-28 por Mora y Cárdenas. Dejo mi mirada perderse en la plaza del Ayuntamiento, proyectada hacia 1927 por el gran arquitecto que fue Goerlich. Noto sensiblemente una intercomunicación entre la arquitectura y su escenario€ Añoro los tiempos de Pérez Casado€

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