El Colegio del Arte Mayor de la Seda, emblema de la época de esplendor de la industria sedera valenciana, abrió ayer sus puertas reconvertido en museo depués de una cuidada restauración que ha durado dos años, dirigida por el arquitecto Fernando Aranda y financiada por la Fundación Hortensia Herrero. La inversión privada ha logrado salvar de su ruina y «casi segura desaparición» este edifico de origen medieval declarado Monumento Histórico Artístico que dio nombre al histórico barrio de Velluters.

La Fundación Hortensia Herrero ha invertido casi dos millones de euros en salvar de la ruina este monumental edificio de titularidad privada tras infructuosos intentos de sus patronos por implicar al Ayuntamiento de Valencia y la Generalitat en su restauración.

La mecenas valenciana, que estuvo acompañada ayer por su marido,el empresario y dueño de Mercadona Juan Roig, admitió que tuvo dudas sobre la viabilidad del proyecto, pero las continuas denuncias sobre la ruina del edificio que aparecían en los medios de comunicación; su estima por la seda „todos sus hijas, recordó, han sido falleras„y el «entusiasmo» del patronato le hicieron volver sobre el mismo e implicar a su fundación con la condición única de que el edificio se reabriera como museo.

En la presentación se mostró un vídeo del antes y el después del colegio en el que el público pudo comprobar el grave estado en que se encontraba el colegio, que tuvo que apuntalarse por las grietas que presentaba en muros y forjados, y el milagro obrado en la restauración.

La falta de mantenimiento y de inversiones en la sede del Colegio del Arte Mayor de la Seda, un edificio de origen medieval, así como las agresivas obras en el entorno, llevaron a la ruina a este edificio, del que se tuvieron que retirar sus valioso pavimentos barrocos ante el riesgo de desplome. Las piezas fueron depositadas en el Museo Nacional de Cerámica y tras la rehabilitación han vuelto a su lugar de origen, donde vuelven a lucir. Los pavimentos barrocos de las «Pometes», el del «Mocadoret», que decoraba la antigua capilla del colegio, así como el del Salón de la Fama y estancia noble del edificio, donde se representan los cuatro continentes conocidos hasta entonces ( Asia, Europa, África y América), han recuperado todo su esplendor. Para evitar que vuelven a deteriorarse se han protegido los azulejos con una membrana de metacrilato.

El Colegio de la Seda , que será, según sus patronos, el único museo de la seda del país, aspira a convertirse en un referente turístico de Ciutat Vella, vinculado a la ruta de la Seda y a la Lonja, y con vocación de ser autosuficiente. La entrada al nuevo museo, que desde hoy puede visitarse, cuesta seis euros. El recorrido incluye, además de las estancias del colegio, decoradas con frescos de Vergara y con sus característicos leones rampantes con rostro humano, una visita a un antiguo telar, en funcionamiento, instalado al final del recorrido, que concluye en el patio, restaurado y donde se ha instalado una fuente, arbolado y una cafetería.

La fabricación de «vellut» o terciopelo de seda fue ganando peso en la Valencia medieval y en 1477 se creó el gremio que alcanzó su momento de esplendor en el siglo XVIII. La plaga de la «pebrina» que diezmó las moreras dio al traste con la industria sedera,que perdió peso económico. La producción de tejidos de seda actual se mantiene en gran parte por la confección de indumentaria fallera.