Antes de realizar cambios de itinerarios los gestores de los transportes urbanos de Valencia deberían tener en cuenta que en las urbes de tamaño mediano, caso de esta ciudad, los transbordos frenan la captación de viajeros y hacen desistir a los existentes si tienen sustitución alternativa. Por ello, según manifestaciones de anteriores responsables de la EMT hay muchos itinerarios con tronco central común y diferentes inicios y finales de línea, y en Metrovalencia hay más servicios que líneas.

Valencia no es Barcelona por distancias urbanas ni por amplitudes viarias, y tampoco el metro llega hasta el centro de la ciudad como allí, en Madrid y en Bilbao. Aquí, tanto los habitantes del interior de la ronda de circunvalación como quienes acuden a él dependen del transporte en superficie, pero con una disminución de servicios públicos en sus viarios que comenzó en la segunda mitad de los años sesenta del siglo XX. Actualmente, quienes viven en el Carme, La Seu y gran parte de los de Mercat y Xerea, carecen de servicios públicos para desplazarse entre ellos o directamente hacia zonas fuera del ámbito de la mencionada circunvalación.

Ignoro si han realizado estudios sobre los viajeros perdidos y lo que ha perjudicado al Mercado Central y a los comercios del centro histórico la supresión desde el año 2012 de las líneas directas de autobuses de varios municipios cercanos a Valencia y las variaciones de recorridos urbanos, pero ahora además de no haber conseguido la reanudación de los servicios electoralmente prometidos, vendedores y comerciantes están a la expectativa de lo que pueda afectarles el experimento de la modificación de itinerarios y la ubicación de centros de transbordo en varias plazas de la Ronda para desde ellos realizar los adentramientos urbanos con microbuses.

La EMT ha anunciado que creará una especie de mini estaciones de autobuses y sustituirá los «largos trenes de éstos» por microbuses hacia el centro urbano. Pérdida de tiempo y el engorro del transbordo, principalmente para las personas mayores. Al parecer no tienen en cuenta que quienes mejor saben quienes suben y bajan en cada recorrido son los conductores para no cometer errores en líneas como la número 8, que quieren ceñirla al tramo Porta de la Mar a la Nueva Fe, sin tener en cuenta que desde su término actual en la estación de autobuses facilita el desplazamiento, sin transbordos, a quienes llegan de otros municipios para atenciones médicas y a los trabajadores que viven en los alrededores de la antigua Fe y tienen que acudir a su ocupación laboral en el nuevo centro sanitario.

En cuanto a la supresión de circulación por delante de la Lonja y los desvíos, quienes estuvieron antes y critican lo realizado por el nuevo consistorio, casi con el tiempo agotado por lo ordenado por la Unesco, deberían tener en cuenta que tuvieron casi dos decenios para solucionarlo y no lo hicieron. Que todo es mejorable seguro, como lo ha sido la ubicación de una parada para la línea 81 en Brujas, que está incluso más cercana que las anteriores desde los extremos de la plaza del Mercado hasta la puerta más próxima.

También inhibe la captación de viajeros en buenas condiciones para andar cuando las frecuencias son de 10 a 15 minutos y las distancias hasta seis paradas.