Es algo inexplicable pero, para mí, Valencia, tiene rostro de mujer. No sé cómo describirlo, puedo asegurarles que no es una cuestión de género, ni de feminismo exacerbado. Quizás se deba a su incuestionable belleza, a su frescura? O puede que el motivo tenga más que ver con una sensación maternal, de hogar, de brazos abiertos y de ansiosa melancolía cuando me alejo de ella. Por eso, cuando pienso en Valencia, pienso en femenino y, ahora, la veo vestida de seda, como una fallera más, como una preciosa mujer cubierta de brillante suavidad. Así luce nuestra ciudad estos días. Envuelta por la seda, por la huella cultural que este delicado tejido ha dejado en nuestra idiosincrasia. Es éste 2016 un año en el que la concatenación de diferentes acontecimientos nos recuerda el importante papel que ha jugado la seda en el desarrollo de esta ciudad. El pasado viernes, Valencia celebraba la inauguración del Colegio del Arte Mayor de la Seda, tras la rehabilitación llevada a cabo por la Fundación Hortensia Herrero. Otra inestimable aportación de esta fundación que en sólo unos meses ha rehabilitado dos edificios emblemáticos de nuestra ciudad, siendo a su vez una muestra de cómo la inversión privada valenciana se compromete con esta ciudad y con sus gentes. Pero es que, además, en este año se celebra el vigésimo aniversario de la Declaración de la Lonja de la Seda como Patrimonio de la Humanidad, un edificio extraordinario construido en el siglo XV con el fin de dar un espacio digno a las transacciones que se desarrollaban entre los mercaderes de la seda. Y, a todo esto, hay que añadir el nombramiento de «Valencia, Ciudad de la Seda 2016» por parte de la Unesco. Un hecho mediante el que se reconoce la presencia de nuestra ciudad en un movimiento intercultural y comercial de carácter universal como lo fue la ruta de la seda y que ha dado lugar a la celebración del Segundo Encuentro Mundial de la International Network Unesco Silk Roads Online Platform. Estos tres importantes acontecimientos nos dirigen inexorablemente a adentrarnos en todo lo que la industria de la seda ha aportado a Valencia y a los valencianos. Nuestro comercio, nuestra industria y nuestras tradiciones tienen mucho que ver con la seda. La estructura de un barrio entero dedicado a su fabricación y a su comercialización como fue el de Velluters; las rutas comerciales o las ropas con las que durante siglos se han vestido las valencianas y los valencianos, son una marca imperecedera del peso de este liviano tejido en nuestra cultura.
Ha costado mucho esfuerzo, mucho trabajo y, por qué no decirlo, mucho dinero, recuperar y reconocer todo este patrimonio. Pero nada será en vano, ahora tenemos un nuevo tesoro que mostrar a todo el que quiera conocernos. No dejen pasar la oportunidad de ser de los primeros en visitarlo . Qué mejor que dedicar un fin de semana de estos últimos días de la primavera para realizar una particular ruta de la seda. Esa que nos llevará a profundizar más en el conocimiento de la Lonja, o a descubrir el recién inaugurado Colegio del Arte Mayor de la Seda de Valencia, el archivo gremial más antiguo y amplio de Europa, la recuperación de un símbolo del esplendor de nuestra ciudad. ¡No se lo pierdan!
