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Barrios

El regreso de las 'chicas del 75'

La penúltima generación previa a la EGB vuelve a visitar la sede del colegio en la calle Cadirers recordando a compañeras y profesores que marcaron su infancia y adolescencia

El regreso de las 'chicas del 75'

Nunca es mal momento para reencontrarse y rememorar momentos vividos. Por eso, las chicas de la promoción 74-75 del Colegio Sagrada Familia de Valencia se reunieron días atrás. No había aniversario por medio: era el 41 aniversario del final de ciclo. Pero volver a estar juntas era motivo más que suficiente para que cuarenta de ellas volvieran a pasear por el barrio que las vio crecer. Porque, en aquellos tiempos de cambio, el Colegio Sagrada Familia estaba en la calle Cadirers. Actualmente es la sede del Círculo de Bellas Artes. No hubo más motivación que la de cuando dos de ellas se encuentran y piensan que es momento de volver a verse.

«Somos la penúltima promoción de la fórmula anterior a la EGB, el BUP y el COU. Somos del bachillerato elemental y superior». Las entonces jóvenes que ahora han superado los 55. Una de ellas, Fina Pons, es jefa de estudios en el colegio Juan de Garay. «De nuestra promoción salieron bastantes profesionales sobre todo de la enseñanza y la medicina».

Los tiempos cambian y las vidas también. Por ello, las entonces niñas eran vecinas del barrio de la propia escuela, en las serpenteantes calles de La Seu, junto con algunas procedentes de poblaciones, que acudían con el trenet. Ahora viven en en poblaciones más o menos cercanas, aunque Yolanda Barbosa se hizo mil kilómetros de ida y otros tantos de vuelta desde su residencia en Porriño, en la provincia de Pontevedra con tal de poder participar en el reencuentro.

Todas lucían una acreditación con la foto de la orla de aquel tiempo. Lo que se ha perdido en juventud se ha ganado en experiencia.

Algún capón, pero...

Eran tiempos de cambios con sus propias contradicciones. Porque igual que «todavía te caía algún capón», también la enseñanza religiosa era más laxa. «No nos obligaban a rezar ni hacer ejercicios de ningún tipo. Nos dejaban expresar nuestras opiniones con bastante libertad, sin compromisos religiosos como sucedía en otros centros de este tipo. Si hasta uno de los curas, el señor Chus, nos reconocía que no hacía falta confesarse para comulgar, que bastaba con arrepentirse sinceramente. Era jesuita del País Vasco con ideas muy avanzadas». Los nombres no se olvidan: «Don José Manuel Izquierdo, de Física y Química, de Marita Sáiz de Geografía e Historia, Don Jose María Almor, que ya era muy mayor, Doña Pepa Fuster, de Lengua y Literatura, Cari Pérez, de Educación Física, que luego se hizo famosa imitando a Gloria Lasso en un programa de la televisión; la Madre Amparo Alba, Jefa de Estudios, poniendo orden; Don Leopoldo Piles Ros, que daba clases en la Facultad...era un profesorado cercano y amable».

Inglés, no; francés, sí

Las Hermanas de la Doctrina Cristiana, congregación fundada por María Micaela fundaron el colegio en 1909 y las décadas que estuvieron en el palacete de Cadirers fue la primera residencia permanente, medio siglo, del colegio, que anteriormente había pasado por otras calles de la parte vieja de la ciudad.

Son recuerdos de otra época, de blanco y negro y exámenes de reválida, de enseñanza del francés «porque por entonces el inglés no se llevaba nada». Las antiguas alumnas se acercaron a la sede donde se adentraron en el mundo de la formación personal. «Han cambiado mucho las cosas. La escalera es distinta, han quitado unos paneles cerámicos que había... pero cuando entras, los recuerdos te vuelven rápidamente. Allí está el patio en el que jugábamos al voleibol... también nos acercamos a la iglesia de San Nicolás, que cuando íbamos nos parecía muy lúgubre por lo oscura que era. Ahora, con todas las pinturas al descubierto, es otra cosa».

Como lo es un barrio que «ha cambiado a mejor. En aquella época, la parte vieja de la ciudad estaba muy degradada, con fincas que se caían, malos olores, tráfico por todas las calles... la verdad es que ahora está muy bien». También se acercaron al Mercado Central, escenario natural de andanzas mientras recordaban a los profesores. Muchos de ellos ya no están «pero te alegra mucho saber que algunos todavía siguen vivos».

Como vivas en la memoria están aquellas compañeras de pupitre que ya no están. «Cómo no nos vamos a acordar. Esperanza, María José Bonet, María José Boscá...». En el tramo final de su educación se trasladaron a la nueva sede del colegio, en la calle Padre Barranco, ahora un barrio totalmente nuevo «pero que entonces estaba rodeado completamente de huerta. Pasamos de un barrio que estaba degradado a coger lombrices del campo y analizarlas».

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