El Pleno de ayer pasará a la historia del Ayuntamiento de Valencia como uno de los más broncos que se recuerdan. El debate sobre la prohibición del «bou embolat» convirtió el hemiciclo municipal en un guirigay tremendo en el que colectivos taurinos y antitaurinos avivaron el fuego dialéctico con pancartas, reproches, descalificaciones y hasta abucheos, una situación que obligó al presidente de la mesa, Jordi Peris, a llamar al orden al público asistente cuando la situación se desmadró. El Partido Popular llevó a la sesión de ayer una moción para anular la orden de la Junta de Gobierno del pasado 10 de junio en la que el equipo de Gobierno no autorizaría más la celebración del «bou embolat» y el «bou en corda» a partir de hoy mismo. Aunque en la práctica era imposible que prosperara la petición, en las filas populares esperaban que Ciudadanos se sumara al veto al tripartito. Sin embargo, la formación que lidera Fernando Giner propuso una enmienda como condición: una moratoria mientras se abría un debate entre partidarios y detractores de la fiesta. Pero el PP la rechazó y no hubo acuerdo entre la oposición.

El equipo de Gobierno ratificó con su mayoría la prohibición del bou embolat, y eso que no pudo contar con el apoyo de uno de sus concejales, el socialista Ramón Vilar, que como se esperaba se ausentó en el momento de la votación. Su pasión por los toros le hizo desvincularse de la decisión de sus compañeros del PSPV y sus socios de Compromís y València en Comú, pero como tenían ediles más que suficientes para ganar el plebiscito, su ausencia no fue dramática. Además, la popular Mª José Puchalt tampoco asistió al Pleno al estar ingresada por una operación y para terminar de allanar el camino PP y Ciudadanos no se pusieron de acuerdo.

La plácida votación, sin embargo, no evitó el fuerte enfrentamiento en la cámara. Se produjo un hecho inaudito, ya que por primera vez hasta siete asociaciones diferentes, protaurinas y antitaurinas, tuvieron voz en el Pleno. Del lado de los defensores de la fiesta estaban las peñas de las cinco pedanías afectadas por la prohibición del «bou embolat», además de la Federación de peñas y un veterinario-ganadero. Del lado opuesto, asociaciones en defensa de los derechos de los animales o ecologistas como Agró.

El presidente de la Federación de Peñas Taurinas de la Comunitat Valenciana, Vicente Nogueroles, calificó de «lamentables» las declaraciones de la concejal Glòria Tello, aseguró que ellos son los que más defienden al toro y se preguntó si los 20.000 euros para esterilizar colonias de gatos «¿no son maltrato?». Se dirigió a Ribó sin titubear: «Ribó, su problema soy yo y las 4.500 peñas que no van a pasarle ni una. Si rectifica usted, yo también rectificaré ante la prensa que esto le da trabajo una semana».

El Colectivo Animalista Sense Por elevó el tono del Pleno al asegurar que quemar a un ser vivo «es sadismo» y aseguró que proviene «de una corriente política de corrupción», en referencia al PP, para más tarde proponer a los peñistas «organizar políticos corruptos embolados, a ver su os divertíais».

El concejal del PP Félix Crespo, que defendía la moción, acusó a Ribó de «encender la mecha que ha llevado a este problema». «Habla como si fuéramos maltratadores. ¿Cuándo hablará del tiro de arrastre, de la colombicultura, o cuándo del hamster que da vueltas en la jaula. No hagan algo típico del franquismo: prohibir», sentenció.

En Ciudadanos, el concejal Manuel Camarasa defendió una moratoria de la medida hasta el año que viene y abrir un diálogo con las peñas. Acusó a Ribó de «falsa superioridad y prepotencia absoluta en la toma de decisiones». Y fue de los pocos que se escandalizó por el tono del debate en el Pleno: «Es grotesco que su gobierno prohiba estos festejos. Hemos vivido un espectáculo lamentable, los trapos sucios se lavan en casa, no en público».

Por su parte, Glòria Tello, la concejala de Compromís impulsora de la prohibición, se felicitó por el nuevo paso que dio ayer el Pleno y volvió a insistir que la tortura «no se debate» ni tampoco «los derechos fundamentales». «Los animales sufren emocionalmente y físicamente. Las bolas de fuegos son estresantes. Sufren un calvario, maltrato sí hay, y el maltrato no se somete a consulta porque los derechos fundamentales no se debaten».

Tello recordó que el «bou embolat» solo tiene tres décadas y eso «no es arraigo histórico» y, aunque lo fuera, dijo «una tradición no justifica el maltrato». Esgrimió sendos informes del Consell Valencià de Cultura y de la Universitat de València que aseguran que en estos festejos «el animal es sometido a un dolor innecesario» y se deberían suprimir.