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Superviviente de dos épocas

La década prodigiosa del balneario de Las Arenas

El establecimiento de Gran Lujo confía hacer del año de su décimo aniversario el mejor en resultados desde que fue inaugurado

La década prodigiosa del balneario de Las Arenas

­Diez años en la ciudad de Valencia dan para mucho. Sobre todo, si son los diez últimos. En ese periodo tan vertiginoso de auges y caídas, subidas y bajadas, pervive un símbolo que celebra estos días los actos de su décimo aniversario: el Hotel Balneario Las Arenas. El único establecimiento de gran lujo, cinco estrellas superior, de la ciudad. Un establecimiento que ha conseguido no ser asociado a esplendores pretenciosos de un pasado reciente y que, a día de hoy, mantiene su pujanza como un elemento diferenciado y diferenciador.

«Sí que es verdad que pasamos años duros, sobre todo entre 2009 y 2011 y no por la demanda turística. Se resintió sobre todo por el negocio de empresa, que ya no gastaba con la misma alegría. Supimos hacer ajustes sin perder calidad y el resultado es que, con las mismas prestaciones, y tras el repunte general, hemos sido capaces de tener en 2015 nuestro mejor año y 2016 va camino de ser aún mejor» asegura el director del establecimiento, Carlos Boga, uno de los testigos de gran parte de la historia del hotel de la familia Santos, nuevo de forma y centenario de fondo.

Las Arenas es una enorme fachada que abraza el antiguo balneario, del que se conservan sus dos grandes salones columnarios (dedicados ahora a celebraciones) y convirtió una zona degradada en la quintaesencia del lujo. «Pero a la vez, le hemos dado un carácter abierto. Al hotel puede entrar cualquier persona, tanto por los eventos como por las celebraciones o simplemente para usar la cafetería o el restaurante. Y creo que da gusto venir». Es el resultado de cuatro complicados años en el proceso de construcción. «Hubo que respetar determinados elementos, como el vaso de la piscina, árboles protegidos, los columnarios... las Arenas es un símbolo en la ciudad. Tanto cuando era sinónimo de elitismo como cuando se convirtió en un lugar popular. Y hemos tratado de combinar esos dos aspectos. Y creo, además, que hemos dinamizado una zona y un espacio que estaba literalmente en ruinas».

Al poco tiempo, el hotel alcanzó un puesto en el club Leading Hotels of The World, que distingue a muy pocos de ellos. Una condición que hay que ganarse casi cada día. «Los inspectores hacen un control de calidad. Vienen, se alojan, lo prueban todo y sólo cuando ya han terminado la estancia y piden hablar con el director es cuando te enteras de que han estado».

Trabajar en Las Arenas es como jugar en la NBA de la hostelería. «Somos exigentes, pero pero también hemos tratado de conformar una plantilla que es como la empresa, familiar. Los trabajadores son jóvenes y... creo que todos están contentos. También saben que trabajar en las Arenas es un currículum que les abrirá puertas prácticamente en cualquier sitio». Obligatorio, eso sí, dominar el inglés. «El setenta por ciento de nuestra clientela es internacional».

«Gwyneth era encantadora»

La historia del hotel registra invitados de todo pelaje, incluyendo una constelación de famosos. «¿Caprichos? Si, por supuesto. Pero con el tiempo te das cuenta que son muchos más los que piden los managers que los que pide el protagonista. Hemos tenido que oscurecer totalmente una habitación, o que tienes que cocinar una paella a las tres de la madrugada... pero también hay mucho mito. Hemos tenido famosos encantadores. Por ejemplo, Gwyneth Paltrow. O hace unos días, cuando se alojó Alan Parsons coincidió con nuestra fiesta de aniversario. Pues se sumó y me dijo... lo contento que estaba por la fiesta que habíamos organizado en su honor. Si, es verdad que otros son muchísimo más reservados, que llegan y ni salen de la habitación».

«En seis o siete años, esta zona será el corazón de la ciudad»

Una de las claves de las Arenas para Carlos Boga es el cambio que ha registrado la ciudad: «Valencia ha cambiado. Ahora es una ciudad vacacional. Si tuviera que abrir un negocio, lo haría en la Patacona. Estoy convencido de que, con la Marina a normalizada, el Veles e Vents adjudicado, el Marina Beach... a toda esta fachada marítima le faltan tiendas, comercios. Si contamos también con la rehabilitación del Cabanyal, que hay ciudadanos extranjeros comprando viviendas en esta zona... yo aventuro a que, en seis o siete años, toda esta zona puede convertirse en el corazón de la ciudad». Nada que ver con el momento de arrancar las obras de las Arenas. «El proyecto nació sin tener ni la previsión de que aparecería la Copa del America».

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