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Pánico en las calles

Pánico en las calles

A pesar del título, no voy a hablar de la magnífica película dirigida por Elia Kazan y protagonizada por Richard Widmark y Jack Palance, sino de una sensación que, probablemente, much@s habitantes de esta ciudad han tenido ante la forma tan imprudente y temeraria de conducir de algunos.

He de confesar que al principio estuve barajando la posibilidad de titular el artículo como «València, ciudad sin Ley» en homenaje a esa otra gran película de Michael Curtiz, pero al final lo descarté porque no sería cierto, ya que la Ley y las medidas existen en nuestra ciudad, ni justo, ya que la inseguridad vial es un hecho casi generalizado en el Estado español.

Por tanto, el problema radica, en que la normativa vigente es insuficiente por si misma para frenar los abusos viales, y que ello permite la conversión de dichos abusos en violencia vial directa. No tengo más que coger algunos ejemplos sucedidos el mismo día en València, para ilustrar mi razonamiento.

Así, el martes de esta semana, se produjeron dos accidentes, que, aunque separados geográficamente, uno junto al Parterre y otro en Pérez Galdós, eran prácticamente calcados, siendo yo testigo presencial del segundo: un exceso de velocidad, invasión de la acera, y un vehículo empotrado contra el Palacio de Justicia en el primer caso y otro en una marquesina de la EMT. Las consecuencias fueron devastadoras, con cerca de diez heridos, dos de ellos bastante graves.

Leí hace tiempo que una de las maneras utilizadas para normalizar cualquier acto violento en nuestras sociedades, era rebajando la terminología empleada, con el objetivo de rebajar el impacto de hechos violentos, que como la violencia machista antes era planteada por el patriarcado todo lo más como un suceso doméstico.

Algo similar sigue pasando con la que me atrevo a llamar violencia vial, que a pesar de su elevado nivel de peligrosidad a tenor de las víctimas que causa, no es tratada con la gravedad que se merece. Cierto es que existen las campañas de la Dirección General de Tráfico que han ayudado para reducir el número de accidentes mortales en carretera, a pesar que estas muertes siguen superando con creces las provocadas por cualquier tipo de terrorismo.

Pero dichas campañas y la concienciación que de ellas se deriva parece que quedan a las puertas de ciudades como València, donde día tras día debemos de lidiar con supuestos conductores que utilizan su vehículo como un arma para demostrar su dominación sobre el resto de ciudadan@s.

Por eso son escenas cotidianas ver como estos sujetos se saltan semáforos en ámbar sin respetar los pasos de peatones, superan los límites de velocidad en calles y avenidas, practican adelantamientos incorrectos y descontrolados, todo ello casi siempre de manera impune, a menos que la cosa acabe en accidente con víctimas y obligue a la intervención policial.

Se hace así imprescindible legislar de manera contundente contra la violencia vial, haciendo que caiga contra sus violentos protagonistas tanto el peso de la Ley como una mayor presión social. Solo así seremos capaces de ganar esta necesaria batalla. Nos puede ir la vida en ello.

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