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Carta de ajuste

Carta de ajuste

El nuevo consejo de RTVV, un consejo, que piensen sólo en la tele que les gustaría ver, la tele que les haría sentirse orgullosos. Una tele con buenos profesionales a los que les apasione su trabajo, sean creativos, tengan conciencia de servicio público y a los que dejen trabajar sin trabas ni manipulación ni censuras. Es decir, nada que ver con lo que había. Una tele con líderes, no jefes, que tenga muy claro que su principal objetivo es la vertebración y cubrir el derecho a la información de todos los valencianos. De hecho los programas más vistos de la antigua tele autonómica eran el tiempo y la Alquería Blanca, información y lengua propia. Es la prueba de que eso es lo necesario, un servicio público.

Tenemos derecho a una tele propia, que hable de cosas nuestras y sobre todo que hable en nuestra lengua. Nunca entendí por qué de repente a toda una generación que pasó su infancia viendo dibujos en valenciano no siguieron ofreciéndole series juveniles o programas en valenciano. Pero siguiendo estos parámetros se puede hacer mucho más. Una plataforma para nuestros músicos, nuestros artistas, nuestros creadores, para poner en valor nuestras diferencias, una herramienta de inclusión, de refuerzo de valores, de recuperación de historia. Un servicio público, sea una tele o una oficina del padrón, tiene que estar al servicio del ciudadano, facilitarle la vida, cubrir lo que una empresa privada no puede. Pero una tele necesita audiencia, sin embargo no de la misma manera. La privada busca vender, necesita audiencia para tener argumentos frente a los anunciantes. En la pública la audiencia es la garantía de que el mensaje llegue, hay que salir a buscarla, no se cuenta en números como la de la privada, se cuenta en diversidad, en alcance.

El gran fracaso de Canal 9 fue ese, además de la mala gestión y el despilfarro, fue no tener claro cuál era su objetivo. No tener personas al frente con vocación de servicio público, si no personas con vocación de ejecutivos de televisión. Es necesario partir de cero, analizar en clave pública lo que falló y no cometer los mismos errores, es una gran oportunidad, sobre todo para los espectadores, que a pesar de todo estamos ilusionados con tener de nuevo una tele nuestra.

Se han presentado centenares de proyectos, si la apertura es tan inminente no hay tiempo material para valorarlos todos y seleccionar, pero nadie dijo que los inicios fueran fáciles. Además, que nadie se engañe tampoco, la tele parte sin audiencia, sin seguidores, no es el regreso de un medio líder y aunque lo fuera ya se sabe lo voluble que es el público televisivo. La programación de una tele pública tiene que aportar, los programas caza audiencia son patrimonio de las privadas. Y claro que tienen que ser altavoz, claro que tienen que transmitir las políticas que se lleven a cabo y eso no tiene nada que ver con manipulación o censura. Hemos padecido tanto la manipulación que la vemos por todas partes. Y es fácilmente distinguible.

Soy optimista con el nuevo ente, pero también nosotros tenemos que cambiar el chip y no verla ni juzgarla como una televisión si no como una herramienta pública, así también exigiremos más.

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