«Han venido a hacerse fotos a la tienda y hay quien se ha comprado como recuerdo las bolas en las que exponemos los caramelos...otros decían que venían a por su último paquete». La dependienta de la Casa de los Dulces, en la esquina de la calle Muro de Santa Ana, a un paso de las Torres de Serranos, atiende a los golosos clientes a la vez que explica a este diario cómo están viviendo las últimas horas de vida de este emblemático establecimiento.

Lo explica en una tienda a medio gas, con parte del género ya retirado. Hoy bajará la persiana para siempre, desapareciendo los conocidos escaparates llenos de viejos caramelos. «La gente tenía la tienda como punto de encuentro de una excursión o para coger un taxi... hay clientes que nos han preguntado cómo podían ayudar, si recogían firmas...», relata la dependienta.

Sin embargo, el cierre no tiene marcha atrás después de que la Generalitat, propietaria del edificio tras cedérselo las Corts, no haya ampliado el contrato de alquiler a pesar de que la empresa ha estado siempre al corriente de los pagos. La gerente del negocio, Emilia García, buscó una solución, incluso proponiendo alquileres anuales renovables, pero no ha habido manera, aún cuando el Consell que no tiene intención de ocupar el inmueble a corto plazo.

La Casa de los Dulces ha sido popularmente conocida como la Casa de los Caramelos, nombre con el que el padre de Emilia abrió la tienda en 1953 en ese mismo lugar. Sin embargo, hace décadas que el negocio se dividió y su hermano se quedó el establecimiento situado en la calle Xàtiva, que mantuvo el nombre de Casa de los Caramelos. El que hoy cierra se rebautizó como Casa de los Dulces.

«Se cierra una historia»

«Es muy triste porque es toda una vida de recuerdos... Aquí venía gente con sus abuelos y hoy vienen con sus hijos», explica Emilia. «No es cerrar una tienda, es cerrar un historia», comenta a la vez que señala que en cuanto supieron que no habría renovación comenzaron a buscar locales. «Si encuentro un sitio adecuado qué duda cabe que reabriremos. No es fácil porque ha de ser un establecimiento tan grande como este y céntrico».

Al preguntarle si es posible que el otro establecimiento familiar de la calle Xàtiva„que regentaba su hermano Vicente, que falleció en octubre„podría ahora recoger el nombre de Casa de los Dulces, Emilia contesta que no, puesto que son dos negocios diferentes. A pesar del momento de nostalgia, Emilia muestra ilusión por reabrir el negocio.

El cariño de la clientela

«¿Estáis cerrando? ¡Qué pena!». En la tienda Jana, vecina de Valencia, mostraba su tristeza al conocer la noticia. «Es una lástima, porque es un lugar que forma parte de la ciudad. Hemos venido para comprar caramelos con piñones porque no los encuentro en otro lugar...»

Fuera, Paco, un vecino de la calle Alboraia, retrata a su hija en la fachada de la tienda con una fotografía. «Es para tener un recuerdo. Siempre tenía la costumbre venir aquí a comprar dulces y caramelos para los bautizos o las comuniones». Mientras, Teresa paga lo que se han comprado sus dos nietos. «Es una pena. Antes de entrar a ver a la Virgen ya les había dicho a los niños que íbamos luego a venir a comprar a una casa de caramelos».

Antonia, que iba con su hijo, señalaba: «siempre que pasamos le comprábamos alguna cosa. Le hace ilusión. Es muy triste, la gente incluso decía 'quedamos allá, d0nde los caramelos'».