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La trastienda

Un verano movidito

Un verano movidito

Benidorm ya descansa la resaca del Low Fest, uno de los festivales de referencia de música independiente a nivel estatal, mientras sin apenas tregua los primeros «sounders» aparecen por la playa de Burriana, confirmando la celebración de uno de los eventos que, como el SanSan de Gandia en abril o el Marenostrum de Alboraia el pasado mes, corrieron el riesgo de no celebrarse. Y es que los diferentes cambios de color político en algunos municipios valencianos han agitado la polémica sobre ciertas cuestiones relacionadas con el ocio y el divertimento de los jóvenes, en paralelo a las nuevas tendencias de diversión donde la música es un elemento discreto en todo el puzzle que ofrecen los promotores.

En clave local, la banda emblemática U2 abandona Valencia tras unos días de libre albedrío por la ciudad y alrededores, provocando primero la sorpresa y después el impacto mediático que una noticia así suscita, más si cabe en semanas y meses donde el periodo vacacional cobra especial importancia por la falta de actualidad tangible.

La Batalla de Flores se ha celebrado este año con menos polémica que la pasada edición, donde todos los focos se centraban en el comportamiento de Compromís y de su recientemente nombrado alcalde y equipo de gobierno, por aquello de encontrar las diferencias a modo de pasatiempo con respecto a más de dos décadas de protocolo en esta festividad. Como las modas pasan y la novedad ya no lo es tanto, esta vez las crónicas han sido bastante más discretas. Debe ser que la polémica de los símbolos y las banderas se ha desinflado como la crisis de Venezuela, para la que ya no hace falta convocar al Consejo Nacional de Seguridad ni atizar en cada comunicado sobre el tema. Crisis resuelta por arte de magia. Qué cosas.

Lo único que no cambian son las altas temperaturas, y cada verano es un calco al alza del anterior, con el mal trago de ver incendios en activo para los que ya hay poco remedio. Como cada vez en estas fechas, reflota el debate sobre si la política de prevención de incendios durante el resto del año es adecuada. Suele quedarse en eso, en la controversia y la palabra.

Solo los guiris y los buscadores de Pokemons parecen combatir el calor sin rechistar y fundirse en las diversiones del verano, mientras los autóctonos nos preguntamos cuándo habrá tregua en una ciudad que descansa solo a medias. Ya no son estos los años en los que todo ser humano elegía el mes de agosto completo para sus vacaciones, otra tendencia que ha cambiado en detrimento de las semanas y los días sueltos, y las calles aparecían desiertas provocando imágenes más que curiosas. No interesa demasiado aquello de descansar de verdad y llegar a desconectar al cien por cien, y solo unas pocas jornadas no son suficientes para conseguir ese reseteo tan necesario. Hay quien lo prefiere a una larga opción vacacional. Curioso, pero para gustos colores. Cuesta caro esto de ser moderno y europeo. Al menos nos sigue quedando el consuelo de la siesta como elemento práctico y como reivindicación de identidad.

Agosto es un mes de poca actividad. Al menos suele serlo, aunque los políticos que acaparan la atención central no puedan cogerse vacaciones por aquello de tratar de llegar (aunque solo sea ficticiamente) a formar un gobierno algún mes de estos, aunque sea por error. Podemos llegar a la conclusión, al menos, de que se rompe la tendencia y no va a ser un verano aburrido.

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