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Afermamossos, falsos mendigos y holgazanes

Afermamossos, falsos mendigos y holgazanes

En la ciudad de Valencia en 1311, según señala el historiador Rafael Narbona, existía un sistema institucionalizado mediante el cual el Consejo de la Ciudad distribuía limosnas en la puerta de la catedral el día del patrón San Vicente Mártir. En 1321 un privilegio de Jaime II decretó la represión de los falsos mendigos y pedigüeños, aquellos que preferían huir del trabajo y vivir holgazaneando. Ese privilegio nació como consecuencia de la cruzada de "los pastorellos", movimiento que nació en París y fue sembrando el terror por los lugares por donde pasaron. Lo componían jóvenes que pedían limosna para poder ir a luchar contra los musulmanes en Tierra Santa. Tras la cruzada de "los pastorellos," una legión de inmigrantes huyendo del hambre y la miseria llegaron en aluvión a Valencia. Los valencianos asustados por la pobreza masiva y forastera que invadía sus calles, contemplaban como las autoridades debían aplicar caridad y asistencia, pero también castigo y represión para poder hacer frente a los problemas que se crearon. Fue sin duda una época muy difícil, no en vano al año 1347 se le conoció como l'any de la gran fam y el 1374, l'any de la segona fam.

El Consejo de la Ciudad hacía saber al vecindario por medio de sermones o Crides, el orden que se tenía que guardar en la ciudad. Dictaron ordenanzas que perseguían la ociosidad y la mendicidad, el control de horarios laborales y la regulación de salarios. Se llegó a prohibir pedir limosna sin licencia, obligando a los mendigos a llevar colgado del cuello la señal de plomo. A principios del siglo XV en dichas ordenanzas por primera vez aparece la figura del Afermamossos cuya principal función era contratar vagabundos ociosos y descubrir falsos pobres. Debía poner especial atención en erradicar la mendicidad infantil y procurar la contratación de los niños como aprendices de oficios, y de las niñas, como sirvientas.

El Afermamossos empezaba su jornada antes del alba, en la plaza de la Seo. Vigilaba que la regulación salarial establecida se cumpliera, evitaba subidas de salarios al contratar a braceros que ya habían sido apalabrados con anterioridad, vigilaba muy especialmente a quienes aspiraban a tener mayor salario que el estipulado. Señalaba a los perezosos obligándoles a aceptar el empleo. En definitiva no permitía que nadie con posibilidad de trabajar, quedara desocupado. Luego, acompañado de un alguacil, visitaba tabernas, hostales y el famoso burdel de Valencia, iba en busca de vagabundos y jugadores con el fin de perseguir a los falsos mendicantes. Tan en serio se llevaron a cabo estas prácticas que en 1338 el rey Pedro IV otorgó un privilegio por el cual, si un hombre permanecía tres días sin amo, se convertía en candidato a ser expulsado por vago.

Hoy nos llaman poderosamente la atención estas instituciones de la Valencia foral que contemplaban la obligación de atender caritativamente a los pobres a los que se les impedía holgazanear, y se les obligaba a trabajar, incluso a niños de corta edad. Medidas que se nos antojan muy lejanas en el tiempo, pero que por desgracia comprobamos cada día que son muy frecuentes en muchos de los países del llamado "tercer mundo". Países donde niños y niñas se ven obligados a realizar duras tareas, en jornadas interminables, para poder ganar unas pocas monedas. Igual que en la Edad Media.

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