El Mirador del Pujol al lago de l´Albufera es una de las joyas de Valencia. Un placer para los sentidos. Y un palco privilegiado para asistir al espectáculo gratuito de los atardeceres que regala cada día la naturaleza. Por eso este rincón mágico en el pueblo de El Saler atrae cada fin de semana a miles de turistas y ciudadanos enamorados de la belleza de «el lluent», como bautizan al lago en los pueblos de la marjal.

Aunque el acceso a este trozo de paraíso se complica cada día más. El Mirador del Pujol está ubicado en el kilómetro 9,5 de la antigua carretera Natzaret-Oliva, la CV-500, a «escasos 10 kilómetros del núcleo urbano de Valencia». Hasta hace poco más de un año la única manera de acceder era mediante el uso del vehículo privado. Desde enero de 2015, la línea 25 de la EMT que comunica Valencia con El Saler, El Palmar y el Perelló incluye una parada en el Mirador. Pero la masiva afluencia de público provoca cada fin de semana un microcaos circulatorio y graves riesgos para la seguridad vial.

El colectivo de barqueros de pasaje de la Associació d´Usuaris del Port del Saler ha dirigido un informe al Ayuntamiento de Valencia en el que expone las «carencias, deficiencias y conflictos» por la masiva afluencia de visitantes al Mirador (hasta 5.000 al día) y una batería de soluciones mínimas y baratas. O máximas y mucho más ambiciosas. Los barqueros señalan en su escrito que «no existe la suficiente señalización del lugar en la carretera, que indique la proximidad del lugar de interés paisajístico o en el mismo Mirador, o que informe sobre el entorno o de los recorridos que se pueden realizar».

La velocidad permitida por este tramo de la CV-500 es de 80 km/h. Una auténtica locura si se tiene en cuenta el trasiego de personas que cruza contínuamente la carretera desafiando todas las leyes de seguridad vial. Ni siquiera existe un paso de cebra que comunique las dos paradas de autobús. Y, a pesar de la masiva afluencia de vehículos privados sólo existen catorce plazas de aparcamiento (una para discapacitados) que se saturan y amplian con la ilegal y recurrente doble fila o improvisando un parking en el arcén de la carretera. Al Mirador ni siquiera llega el carril-bici, que muere a pocos metros después del pueblo del Saler (aunque quien conoce la zona puede acceder a través de un atajo por la urbanización de Les Gavines).

Aparte de estos graves problemas de seguridad vial, las instalaciones «carecen de servicios públicos y de abastecimiento de agua potable» lo que genera, según denuncian los barqueros, «además de la incomodidad personal, una inmensa cantidad de residuos orgánicos (heces y orín) así como plástico y papeles en los alrededores del mirador, el cañaveral colindante al lago y en la zona de la Devesa frente al mirador».

De ahí que los barqueros del Mirador propongan una batería de medidas, algunas «rápidas, sencillas y económicas»: limitar la velocidad en el tramo a 50 kilómetros por hora, pintar un paso de cebra entre las paradas de la EMT e instalar urinarios químicos portátiles y una fuente de agua potable. Aunque también han ideado propuestas de máximos: «instalar una pequeña caseta para dispensar bebidas y comida de refrigerio» o «disponer de los terrenos vallados, de una hectárea de extensión, frente al Mirador que albergan un edificio de la Junta de Desagüe de l´Albufera -propiedad del Ayuntamiento de Valencia- y que podrían constituir un gran "foro" de recepción de visitantes con mesas para descansar y más plazas de aparcamiento». La pelota está ahora en el Ayuntamiento de Valencia que es quien debe garantizar la seguridad vial en este rincón del paraíso.