Dentro de pocos meses, en el año 2017, se cumplirán cien años del nacimiento de un valenciano muy popular en toda España y en Hispanoamérica. Nos referimos al cantor, especializado en el bolero, Jorge Sepúlveda de nombre artístico, y de propia identidad personal Luis Sancho Monleón.

Este artista nació hace un siglo en la plaza de los Escolapios de Valencia; era hermano de Vicente, dos años mayor que Luis y que alcanzó renombre en las Bellas Artes como pintor. Pero nuestro personaje, Luis, acudió en seguida a la Sociedad Coral «El Micalet», donde se inició en la canción melódica. Allí coincidió con dos personajes valencianos que años más tarde lograrían renombre en el teatro: Adrián Ortega, nacido durante una gira de sus padres en La Habana, y que fue gran actor, autor y director; y Carlos Saldaña Beut, que popularizó el nombre artístico de Alady.

Tras un tiempo empleado en un trabajo en Zaragoza, Luis marchó a Madrid en el comienzo de los cuarenta, y se lanzó, primero en la radio, como cantante con el pseudónimo de Jorge Sepúlveda, con el que alcanzaría la fama a escala nacional. Volvía a menudo a su ciudad natal, y en la Plaza de Toros, hizo veladas inolvidables. Lanzó títulos que ya quedaron para siempre en las ondas y en los discos: Tres veces guapa, Mirando al mar, Santander, Qué bonita es Barcelona, Campanitas de la aldea, María Dolores, El mar y tú y otras muchas que le dieron gran popularidad en los años cuarenta, cincuenta y sesenta. Su renombre superó las fronteras y desde Cuba le reclamó Agustín Pumarejo para que actuara en la televisión, antes de la época castrista. Ya se había casado con la también artista teatral Angelines Labra, hija del que fue representante de Conchita Piquer, y el matrimonio vivió al final de la madrileña calle de Toledo, hasta que, a finales de los sesenta, se trasladaron a Palma de Mallorca -«el turismo es la única industria que no contamina»-, nos comentaba con su buen humor, y en el chalet balear presumía de tener en el patio un naranjo, como recuerdo a «su» Valencia. Prácticamente ya se había retirado de la canción. Tiempo después nos llamó para que le recogiéramos en el aeropuerto para seguir por tren a Madrid, donde debía intervenir en un programa televisivo evocador de viejos tiempos con artistas que habían sido figuras en la pantalla, en la radio y en los discos, y sobre todo «cara al público»; se llamaba «Mundo Camp». En 1983, en junio, falleció en la capital balear. El también cantor Lorenzo González, actuó en un festival en Monte Picayo; y se nos despidió rápidamente porque -nos dijo- «me voy precipitadamente a Mallorca, que acaban de anunciarme que se ha muerto Luis», que así le conocíamos y le llamábamos los amigos. Se van a cumplir los cien años del nacimiento de este inolvidable valenciano; y mientras en la playa de El Sardinero, en Santander, tiene una estatua-monumento, aquí le tenemos ignorado, como a tantos otros. Sería la ocasión?