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Un día en la vida

El portal dels jueus

Paseando por València, al igual que por cualquier gran ciudad, uno es testigo de múltiples cosas, desde aglomeraciones de tráfico, carreras de peatones para poder cruzar en el escaso tiempo que duran los semáforos en verde en las avenidas, el comportamiento incívico de aquell@s conciudadan@s que ensucian las calles, o gente esperando a que llegue su autobús. Pero también podemos perdernos por calles y plazas de una gran belleza, contemplando edificios a veces únicos que, con su sola presencia, atestiguan la gran variedad de estilos arquitectónicos que han configurado la singularidad de la ciudad.

A su vez, todo este conjunto supone un repaso a nuestra historia y a la evolución de la ciudad, configurando el patrimonio a cuidar, conservar y a recuperar. Por eso, siempre me ha parecido sintomático lo que ha pasado en València mientras gobernó el PP, cuando una parte nada desdeñable de nuestro patrimonio llegó incluso a desaparecer físicamente en barrios históricos como El Carmen o El Cabanyal, donde a la vez sigue habiendo edificios en estado ruinoso, como testigos mudos de la historia.

Pero lo más curioso es lo que sucedía a veces con joyas de nuestro patrimonio .Y es que publicitado su descubrimiento a bombo y platillo, a mayor gloria del partido gobernante, naturalmente, éste se atribuía todo el mérito y anunciaba rápidas iniciativas de recuperación para su disfrute público. Eso es lo que ocurrió cuando durante las obras de construcción de la Línea 3 de Metro València, aparecieron los restos de una de las doce puertas que tenía la muralla que rodeaba la ciudad. En concreto, la planta del llamado Portal dels Jueus, que tenía dos torres construidas en 1422, se encontró durante las obras de la Estación de Colón ubicada en la Plaza de los Pinazo. Tenía este nombre debido a su proximidad al cementerio judío de València, y era la puerta de acceso de los productos de la huerta para abastecer a la ciudad, siendo demolida, como el resto de la muralla, al principio de la última década del siglo XIX.

Cuando se inauguró la Estación de Metro de Colón, la Generalitat cuidó con esmero los restos descubiertos, señalizándolos, limitando el acceso a las personas para una mejor conservación, instalando en la entrada superior de la estación unos paneles explicativos sobre su historia. Con el paso de los años, lo que había sido una interesante y positiva iniciativa, cayó primero en la dejadez y después en el más absoluto y ruinoso abandono.

Sin la más mínima vigilancia, los restos de la Puerta comenzaron a llenarse de suciedad y desperdicios, de tal manera que la indiferencia de la Generalitat, con el siempre imprescindible silencio municipal, llegó a tal extremo que los propios paneles fueron objeto de actos vandálicos hasta que desaparecieron al ser arrancados por completo. Ahora, para evitar lo que supone de deterioro haber quedado convertida en un mero punto de encuentro, es el momento de recuperar el plan inicial de protección de sus restos y divulgación de lo que fue. Nuestro patrimonio y nuestra historia lo merecen.

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