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La trastienda

Y la rueda vuelve a girar

Y la rueda vuelve a girar

CComo suele ocurrir, el mes de septiembre empieza movidito. Y eso que no ha sido este un verano vacío de contenidos, como viene siendo habitual cuando todo se paralizar por el calor y las vacaciones de verano. La situación atípica que vivimos no tiene precedentes y como extraordinaria que es la opinión pública no ha disfrutado de tanta tregua como de costumbre. El hipotético esfuerzo no ha servido para nada y la telenovela del año sigue su curso, a la espera de un nuevo gobierno central que desbloquee la situación. Solo queda la opción del pacto de estado o nuevas elecciones.

Dice Rajoy estar sorprendido de lo que ocurre, y parece no enterarse de que él solito, con las decisiones en torno a su partido de estos últimos años, ha creado y provocado la eclosión de nuevos elementos que ya se consolidan en forma de escaños en el Congreso de los Diputados. Normal que esté desubicado. Un hombre de costumbres no acepta con naturalidad los cambios, y parece seguir noqueado por las nuevas formas que ya son una realidad en la política española.

No es que por aquí estemos más tranquilos. Todavía nos levantamos cada día con malas noticias sobre el incendio de Jávea, con el sinsentido y la incomprensión de asumir que un ser humano pueda ser capaz de provocar lo que ha provocado, mientras se reaviva el culebrón de la Operación Taula, donde vamos despejando dudas a la vez que las fidelidades y el silencio hermético mutan hacia confesiones que no destacan ninguna sorpresa ni nada que no imagináramos antes. Solo se hacen realidad. Algo que suele ocurrir habitualmente si dejamos pasar el tiempo.

Ribó y su equipo se enfrentan a una nueva temporada, un nuevo curso que ya cuenta con los contratiempos sobre la importancia, repercusión y plano que van a jugar sus socios municipales ahora que el socialista Calabuig ya no se encuentra al frente. Apuesta por subir el presupuesto en limpieza, decisión acertada dada la queja y el malestar de muchos ciudadanos por este mismo tema en la ciudad. El deterioro en este sentido ha sido notable y pasa por una solución urgente. Sigue el conflicto entre asociaciones de vecinos y los cambios de la EMT, esa empresa pública que el ministro en funciones Montoro soñaba con desmantelar de golpe. Sigue la apuesta y la concienciación por los mercados de barrio, algo que alegra ver como una intención en el tiempo a lo largo de una legislatura y no como una medida cautelar.

Más novedades. Como muchas operaciones de marketing, cambiarle el nombre a las cosas suele ser buena argucia para lavar carencias o defectos del pasado. Y es que la Marina Real, como se hace llamar ahora, eliminando el nombre del rey emérito Juan Carlos I, ha sido un quiero y no puedo a lo largo de estos años. Una zona exclusiva y elitista que no ha acabado de funcionar, donde se trata de inyectar nuevos eventos y espacios culturales para acercar a otro tipo de público con el fin de salvar los muebles. Una zona en crisis a que se pretende lavar con una nueva imagen para conseguir su definitiva adaptación. Veremos si no es demasiado tarde.

No nos vamos a aburrir. Como cada mes de septiembre, la quietud y la tranquilidad dejan paso, de repente y sin anestesia, a un nuevo curso plagado de actividad que hace que la rueda funcione como siempre. No pasa nada. Ya estamos más que acostumbrados. Nuevos propósitos y nueva temporada, aunque en el fondo todo siga igual.

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